Diabolik y Eva Kant se citan en Dinocittà
Cine y cómic llevan dándose por culo más de cien años. En la mayoría de los casos, cada vez que abusan el uno del otro, a los cinéfagos nos salpica la mierda. Parece mentira que lenguajes expresivos tan similares se entiendan tan poco. ¡Paradojas del arte moderno! A pesar de esta lamentable circunstancia, existen películas de tebeo y tebeos de película literalmente fascinantes. Diabolik, de Mario Bava, forma parte del primero de estos dos selectos grupos complementarios. Tres décadas y media después de estrenarse, ocupa un lugar de privilegio en la historia del cine europeo de serie B. Es más: su motorcito 'cult' ronronea ahora mejor que nunca. Por algo será.
LA FORMULA SECRETA. En un texto mío fechado en 1985, publicado en el número 4 del fanzine Serie-B, confesé algunas de las razones por las cuales adoro Diabolik. Entre otros detalles sin importancia, mencioné el hecho de que mi hermana pequeña, Eva, solía llevar siendo niña unos calcetines estampados con la imagen del personaje protagonista del tebeo que sirvió de inspiración a la película. La anécdota le hizo gracia a uno de mis lectores adolescentes, Manolín Valencia, y por eso estoy ahora escribiendo este artículo para él. La principal virtud de Diabolik, según los expertos, es lo mucho que recuerda a un cómic. Mario Bava consiguió este efecto utilizando media docena de sencillos trucos de artesano curtido en mil batallas: planos inclinados, juegos ópticos, secuencias encadenadas, virados en color, montaje picadito y demás pirotecnia cinemática. Un ejemplo a nivel narrativo (de ésos que excitan a las ratas de filmoteca): el guión está dividido en tres capítulos que se engarzan entre sí como en una historieta por entregas; sólo falta el "continuará" al final de cada uno de ellos. A mí me llama más la atención la pasmosa naturalidad con la que se combinan, en los mejores momentos de la película, ciertas peculiaridades tebeísticas y cinematográficas. Viendo Diabolik, uno tiene la impresión de que sus muchos aciertos metalingüísticos son fruto de la intuición. Aquí no existe un complejo planteamento teórico previo a la puesta en escena, sino una felicísima conjunción de casualidades con fecha de caducidad. Bava, atento a las tendencias de moda a mediados de los 60, reinventó el cómic a través del cine de serie B. Sin complejos, sin referencias, sin ideas preconcebidas: derrochando espíritu juvenil y mala leche. Esta desprejuiciada actitud suya es la que ha perdurado en el tiempo, por encima de anécdotas, cifras, datos, informes y reinterpretaciones críticas.
VIÑETAS MALAS REMALAS. Los expertos en cultura de masas aseguran que Diabolik fue el primer 'fumetto' de género 'giallo' para adultos que se editó en Italia, inaugurando un filón que tuvo mucha aceptación popular en diversos países europeos, incluido España, hasta bien entrados los 80. Los italianos llaman 'fumetti' (plural de 'fumetto') a los tebeos; los 'fumetti per adulti' son, por tanto, tebeos para adultos. El éxito de Diabolik, cuya primera aventura gráfica se puso a la venta en noviembre de 1962, propició la aparición de otros títulos más o menos clónicos, como Kriminal, Satanik, Sadik, Jnfernal y un larguísimo etcétera, protagonizados por antihéroes enmascarados y excéntricos, obsesionados por la violencia y el sexo. Las hermanas Angela y Luciana Giussani, con la colaboración de docenas de dibujantes intercambiables, crearon a Diabolik inspirándose en personajes clásicos de la literatura de misterio como Fantômas y Arsène Lupin. Les salió una mala copia de El Hombre Enmascarado con toques de James Bond, pero en versión negativa y asexuada. A pesar de moverse en un entorno de fotonovela barata, Diabolik es un sofisticado ladrón de guante blanco que actúa disfrazado de pantera negra. Cruel e imprevisible, cambia de aspecto con facilidad y no tiene escrúpulos a la hora de matar. Su compañera sentimental, la bellísima Eva Kant, comparte con él guarida secreta y aficiones delictivas (a pesar de dormir en camas separadas). El archienemigo de la pareja es el inspector Ginko, un policía metódico y algo místico. Teniendo en cuenta su fecha de fabricación, algunos afirman que Diabolik es un genuino producto de la década de los 60. Representa al típico rebelde que no acepta las reglas de la sociedad y se enfrenta al sistema. Si sus cómics no fuesen tan aburridos, carcas y repelentes, yo también opinaría lo mismo. Por fortuna, la versión cinematográfica del personaje es bastante más frívola que la del infumable 'fumetto'.
OPERAZIONE: DIABOLIK. A mediados de los años 60, los culturistas con falda fueron sustituidos por espías con licencia para matar en las preferencias de los adictos al cine comercial. El peplum entró en decadencia y se pusieron de moda las películas de agentes secretos. James Bond tuvo la culpa. Paralelamente, a los intelectuales de izquierda les dio por predicar que el cómic era un arte de vanguardia, revolucionario y adulto: desde Robert Crumb a Valentina, pasando por los más infectos 'fumetti per adulti'. De la noche a la mañana, a todo el mundo le entraron ganas de ser moderno y leer tebeos. Aparecieron nuevas drogas, nuevas costumbres, nuevos ideales. Se erotizó el entorno y el pop-art sedujo a las masas. En este caldo de cultivo se gestó la versión cinematográfica de Diabolik. El primer proyecto serio relacionado con trasladar a la gran pantalla el popular 'fumetto per adulti' de las hermanas Giussani data de 1966. El productor Antonio Cervi contrató a Seth Holt como director de una hipotética película cuyo rodaje debería haberse realizado en Nueva York, Los Angeles, México D.F., Roma y Malága. También presentó en público a los posibles protagonistas: Jean Sorel en el papel de Diabolik, Elsa Martinelli en el de Eva, y Marilù Tolò (¡teñida de rubia!) en el de villana. De todo aquello no se conserva más que una sesión fotográfica. Aprovechando el fracaso de Cervi, entra en escena Dino De Laurentiis. El excéntrico magnate está convencido de que puede ganar mucho dinero apuntándose a la moda ésa del cómic para adultos. Como a chuleta no le gana nadie, pone en marcha dos proyectos similares al mismo tiempo. Diabolik se rodará en primer lugar y contará con un presupuesto ajustado, un realizador eficaz y un reparto nada pretencioso. El interés generado por esta adaptación servirá para ir creando un ambiente favorable al lanzamiento de la otra, mucho más ambiciosa: Barbarella, de Roger Vadim, basada en la 'bande dessinée' de Jean-Claude Forest, con Jane Fonda de protagonista.
DINO ¿DÓNDE ESTÁ LA PASTA? De Laurentiis eligió a Mario Bava para que se hiciese cargo de Diabolik por una sola razón: tenía fama de hacer películas espectaculares con presupuestos miserables. Además, era un magnífico fotógrafo, un técnico de efectos especiales muy imaginativo y, detalle fundamental para un productor con ínfulas internacionales, acababa de dirigir a un reparto enteramente integrado por actores de habla inglesa —con Vincent Price al frente— en Doctor Goldfoot and the Girl Bombs (1966). A punto de cumplir 53 años, Bava aceptó el encargo atraído por la posibilidad de manejar, por fin, un presupuesto razonable. Enseguida se dio cuenta de lo que significaba estar a la sombra de De Laurentiis. Para empezar, se eliminaron del guión todos los detalles sádicos y sexuales que pudiesen relacionar a la película con los 'fumetti per adulti' (muy criticados por los sectores tradicionalistas de la sociedad italiana de entonces). También surgieron problemas con la elección de actores y con la financiación del proyecto. Según algunas fuentes, de los tres millones de dólares prometidos, el director sólo pudo disponer de 400.000. De hecho, en todas las entrevistas concedidas antes de fallecer, Bava recordaba el rodaje de Diabolik como "la peor experiencia profesional" de su carrera. Diabolik se rodó entre abril y junio de 1967. Casi toda la filmación tuvo lugar en los estudios Dinocittà. Catherine Deneuve, elegida por De Laurentiis para encarnar a Eva Kant en contra de los deseos del director, fue despedida a los pocos días de iniciado el rodaje por no querer desnudarse. La sustituyó Marisa Mell, sex-symbol en ciernes. John Phillip Law se quedó con el papel protagonista después de llegar a un acuerdo económico en el que también se incluía su participación en Barbarella, interpretando a Pygar, el Ángel Ciego. La película se estrenó en Italia en enero de 1968. Los críticos la despedazaron. En Francia se estrenó, con el título de Danger: Diabolik, en abril de 1968. En los Estados Unidos, lo hizo en diciembre de ese mismo año. Gracias al apoyo de la escena gay, tuvo mucho éxito en San Francisco.
UN, DOS, TRES... RÓBAME OTRA VEZ. El argumento de Diabolik se basa en tres episodios concretos de la serie original: Lotta disperata, L'ombra della notte y Sepolto vivo! El guión lo firman Bava y Dino Maiuri, con la colaboración de Adriano Baiacco, Brian Degas y Tudor Gates (autor de la famosa 'Trilogía Karstein' de la Hammer). Nada más empezar, Diabolik (John Phillip Law) roba un coche oficial con 10 millones de dólares dentro. Después de celebrarlo en compañía de su despampanante chica, la rubísima y mimosona Eva Kant (Marisa Mell), el muy cachondo boicotea una rueda de prensa del Ministro del Interior (Terry Thomas) lanzando gas de la risa. Obligado por sus superiores, el inspector Ginko (Michel Piccoli) tiende una emboscada a Diabolik en una fiesta de alto copete, atrayéndole con un collar de esmeraldas. El ladrón consigue apoderarse de la joya y escapar de la trampa. Ginko decide entonces aliarse con el peligroso capo mafioso Valmont (Adolfo Celi, el malo de Operación Trueno) para acabar con su escurridizo enemigo. Valmont secuestra a Eva. Diabolik se enfada, libera a su compañera y acribilla al ganster antes de hacerse el muerto con ayuda de una droga rara. Resucita en la morgue, segundos antes de que le practiquen la autopsia. Su siguiente golpe es contra las delegaciones de Hacienda, provocando un caos administrativo que aumenta su popularidad entre los ciudadanos. Desesperado, Ginko vuelve a tentarle con un gigantesco lingote de oro. Diabolik ejecuta un plan sofisticadísimo para robarlo, sin darse cuenta de que el botín está marcado. Mientras funde el lingote, la policía irrumpe en su Guarida Secreta. Se produce una explosión y Diabolik acaba recubierto de oro de la cabeza a los pies. Todos le dan por muerto. Todos, menos Eva, que visita a su amado con el permiso de Ginko. En el último plano de la película, Diabolik mira a cámara y guiña un ojo. ¡Está vivo!
DEL PSICOPOP A LA PSICOTRONIA. El primer cuarto de hora de Diabolik es una gozada. Ritmo caprichoso, musiquilla chorra de Ennio Morricone, humor tonto, inventos imposibles, decorados de juguete, erotismo minimalista, secundarios pintorescos... ¡Todo está ahí! Bava saca partido hasta de las carencias materiales: combinando maquetas en miniatura, recortes pegados a un cristal, objetos diversos colocados en primer plano y accesorios futuristas robados de los decorados de Barbarella, se saca de la manga una Guarida Secreta digna del Doctor No (un poco más tarde, vuelve a utilizar el mismo artificio en una escena localizada en una discoteca plagada de freaks que fuman porros gigantes). En este primer tramo de la trama también se desvela en todo su esplendor el magnético atractivo de los protagonistas: John Phillip Law y Marisa Mell. Es decir: Diabolik y Eva Kant. La perfecta pareja imperfecta. Según explicó el actor yanqui en una entrevista reciente, antes de empezar a rodar, Bava les hizo una advertencia: "No soy un buen realizador, pero soy un estupendo fotógrafo. Si colaboráis conmigo, prometo sacaros guapísimos". Dicho y hecho. John está filmado como si fuese una araña nerviosa. Delgado, alto, vicioso. La Mell es puro sexo en movimiento: cada vez que se cambia de modelito, sube la temperatura del entorno. En la escena más memorable de la película, que tiene lugar justo después de los créditos, Eva recibe a Diabolik en el interior de la Guarida Secreta. Integrados en un chiripitifláutico entorno high-tech, no necesitan hablar para ponerse a tono. Se miran, se tocan, se lamen. Ella lleva vestido corto y botas altas; él, máscara de cuero y guantes de látex. Después de darse una ducha rápida dentro de un curioso habitáculo de plástico transparente, la parejita folla sobre una inmensa cama giratoria adornada con cojines gigantes. En el clímax de la acción, una lluvia de billetes cubre sus cuerpos desnudos. ¿Alguien da más?
POSTDATA POSTMODERNA. Manolín está mosca porque he sobrepasado la extensión límite de este texto y todavía no he mencionado a la actriz Annie Gorassini, que está increíble haciendo de amante-tonta-pero-sexy de Valmont. Ni siquiera me he acordado de Carlo Rambaldi, responsable de la máscara y el traje de látex de Diabolik, similares a los que después se utilizaron en Batman o Daredevil. Tampoco he dicho nada de Diabolix, (per)versión porno que dirigió Max Bellocchio en 1992, con Giancarlo Bini y Babette de protagonistas. Ya no me queda espacio ni para recomendar CQ, primer largometraje de Roman Coppola: enooorme homenaje al espíritu y la estética de esos dos monumentos al pop-art fetichista que son Diabolik y Barbarella. ¡Qué se le va a hacer! Si sigo escribiendo, no va a quedar espacio para las fotos.
Texto publicado en el número 29 del fanzine 2000maniacos, fechado en el invierno de 2004.
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