2 ó 3 cosas que sé de ella (de la literatura)
Maupassant huía de la Torre Eiffel “porque le oprimía los sesos con su cursilería”. Eso afirma un personaje de La gaviota, la comedia veraniega en cuatro actos de Antón Chéjov. A mí me gusta la Torre Eiffel porque es un invento del siglo XIX. Y porque soy un hortera sin remedio, evidentemente. Me encantaría estar contemplándola ahora mismo desde no demasiado lejos.
Otro personaje de La gaviota confiesa: “Hubo un tiempo en que deseaba ardientemente dos cosas: casarme y dedicarme a la literatura. Pero, ninguna de las dos cuajó. Al fin y al cabo, también resulta agradable ser un literato pequeño”. Yo nunca aspiré a casarme y dedicarme a la literatura. Creí que con llegar a ser una miniatura literaria, bastaba. Pero no. No es suficiente. Si en su día le hubiese puesto ardor y deseo a lo que sea que es la vida, quién sabe si no hubiese cuajado algo, todo, eso, en fin, tan importante que me falta ahora. Ahora que, parafraseando a una de las jóvenes enamoradizas de la citada obra, “arrastro mi vida igual que la cola interminable de un vestido”.
Llegado a este punto del post, sin retorno y sin consuelo, me temo, igual me bebo tres cervezas para olvidar lo inolvidable. Claro que, ya lo dice el viejo médico que derrocha su amable ironía en, una vez más, La gaviota: “El alcohol y el tabaco borran la personalidad. Después de un puro o de una copa de vodka, usted no es ya Piotr Nikoláievich, sino Piotr Nikoláievich y alguien más”. Es decir, que Rimbaud escribió aquello de “Je est un autre” embriagadísimo de absenta. Misterio resuelto.
ilustración de jean-claude forest
3 comentarios
La pequeña Del -
Bs,
p -
Radar -
Me parece que tienes un blog muy personal e interesante (aunque esa chiquilla ahí arriba me complica el verla en el trabajo...). Felicidades y cuenta con que volveré de visita. Saludos desde Alemania!