Blood Creek
Los ejecutivos de Lions Gate no han sabido muy bien qué hacer con Blood Creek. Ni siquiera con el título, que pasó de Creek a Town Creek y finalmente a Blood Creek. La película se ha estrenado mal en Estados Unidos, de tapadillo, sin promoción y en salas de tercera categoría. Quizás no mereciese mejor trato, a pesar de estar dirigida por Joel Schumacher e incluir un par de momentazos desestabilizadores.
La premisa argumental tiene su aquel: en los años treinta, un nazi ocultista se instala en una granja estadounidense para estudiar una piedra rúnica tallada por los escandinavos que visitaron las Américas antes de la llegada de Cristobal Colón. Décadas después, el nazi se ha convertido en una especie de vampiro que chupa sangre de los vivos y resucita a los muertos con frases arcanas.
Schumacher, que este año cumple ya los 71, lo filma todo con su habitual buen gusto y se divierte enfatizando los escenones gore (deslucidos por inoportunos retoques digitales). Desgraciadamente, a pesar de los esfuerzos del director y por culpa de un guión plano y previsible, Blood Creek no pasa de ser un clon cinematográfico de cualquier episodio grotesco de Expediente X o Fringe.
Eso sí, incluye una secuencia muy perturbadora: la de un caballo zombie irrumpiendo con furia en una cocina con la intención de pisotear y morder a los paletos atrincherados en su interior. ¡Qué miedo, tú!
Si quieres verla, descárgatela aquí.
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