Shrek, felices para siempre
Textito informativo publicado hoy, viernes 9 de julio de 2010, en el suplemento Metrópoli del diario El Mundo. Qué mediocre, por cierto.
Las aventuras cinematográficas del ogro verde más famoso de la historia del cine llegan a su conclusión con Shrek, felices para siempre, cuarta película de la exitosa saga animada de la productora DreamWorks. La principal novedad de esta entrega, además de su condición de capítulo definitivo, es el hecho de haber sido concebida, desde el primer boceto, como un superespectáculo familiar en tres dimensiones. Esta vez, gracias a la tecnología digital en 3-D más avanzada del mercado, los fans de Shrek y sus amigotes de cuento tendrán la sensación, con sólo extender los brazos, de poder tocar a sus ídolos con la punta de los dedos.
Otro detalle que diferencia a esta secuela de sus inmediatas predecesoras es el andamiaje argumental, algo menos chistoso y descerebrado de lo habitual. Para empezar, la premisa que pone en marcha toda la trama de Shrek, felices para siempre es la crisis de los cuarenta que sufre el atribulado protagonista. El ogro cascarrabias y solitario del primer film se ha convertido en un esposo responsable y un paciente padrazo. Se pasa el día cambiándoles los pañales a sus tres ogretes, firmando autógrafos a los turistas que visitan el país de Muy Muy Lejos, y agasajando a sus amigos más íntimos, el Asno y el Gato con Botas, con cenas en las que impepinablemente se acaban contando las mismas anécdotas. Un soberano aburrimiento, oiga. Nadie le había advertido a Shrek que aquello de “y vivieron felices para siempre jamás” significaba, en realidad, que su vida se transformaría en pura rutina.
El bajonazo existencial de Shrek le sirve al malo de la función para entrar en escena y coger las riendas de la historia. Pequeño pero matón, Rumpelstiltskin es una especie de enano saltarín o gnomo cabezón experto en hacer tratos con truco. Después de emborrachar al ogro siguiéndole la corriente, consigue que éste le firme un contrato de intercambio con mucha letra pequeña. El trato consiste en que Shrek le cede a Rumpel un día de su vida a cambio de volver a sentirse un ogro gruñón durante 24 horas seguidas.
Al principio, la magia del gnomo liante parece funcionar a la perfección. Shrek despierta en una realidad alternativa donde nadie le conoce y todos le temen. Ajeno a lo que se le viene encima, el ogro se lo pasa bomba asustando al personal con sus gruñidos y gestos amenazantes. Sin embargo, muy pronto descubrirá que su trato con Rumpel ha tenido terribles consecuencias.
“El concepto de la realidad alternativa nos permitió recuperar la esencia de los personajes originales —afirman los guionistas de Shrek, felices para siempre, Josh Klausner (guionista de Noche loca) y Darren Lemke (uno de los guionistas de la teleserie Perdidos)—. De alguna manera, fue como volver a empezar desde cero. Nos imaginamos cómo sería el país de Muy Muy Lejano si Shrek y Fiona nunca se hubiesen conocido. Y el resultado, como minimo, es sorprendente”.
En esta realidad alternativa del país de Muy Muy Lejano, Rumpelstiltskin ejerce de monarca absoluto y absolutista, al estilo de Louis XIV en la corte de Versalles, pero con un puntito de cutre presentador de concurso televisivo añadido. Vive en un palacio rococó reconvertido en discoteca, rodeado de brujas con escobas voladoras y calabazas explosivas. Su divertimento favorito consiste en dar caza a los ogros, que se han visto obligados a esconderse bajo tierra. Fiona, con el pelo largo y armada hasta los dientes, ejerce de capitana guerrera de la Resistencia Ogril. El Asno trabaja como burro de carga para las brujas de Rumpel. Y el Gato con Botas está tan gordo que apenas si puede moverse de su mullido cojín.
En la versión original en inglés de Shrek, felices para siempre intervienen los mismos actores que participaron en las entregas anteriores. Mike Myers se encarga de doblar a Shrek; Cameron Díaz hace lo propio con Fiona; Eddie Murphy interpreta al Asno, y Antonio Banderas presta su voz al Gato con Botas. El supervisor del argumento y dibujante de story-boards Walt Dohrn dobla al villano Rumpelstiltskin. “Empecé a interpretarlo en las sesiones de ensayo —recuerda Dohrn—. La gente empezó a reirse conmigo y acabé haciendo el papel en la versión definitiva. Fue algo casual, lo mismo que el aspecto que tiene Rumpel en pantalla. Su cara es una caricatura de la del director artístico de la película, Max Boas. La dibujó el otro director artístico, Mike Hernández. Cuando vimos el dibujo, nos entró la risa floja a todos. Para doblarle la voz a Rumpel me he inspirado en el Sean Penn de la película El juego del halcón y en la Bette Davis de ¿Qué fue de Baby Jane?”
Entre los personajes secundarios que aparecen en esta secuela cabe destacar al Flautista de Hamelin, transformado por capricho de los guionistas en una especie de cazarrecompensas profesional; al feroz ganso Fifí que sirve de mascota con dientes de Rumpel, y a media docena de ogros fornidos, como el lugarteniente Brogan o el cocinero Cookie.
El director de esta última entrega de la saga de Shrek es Mike Mitchell, autor de tres comedias protagonizadas por actores de carne y hueso: Gigoló, Sobreviviendo a la Navidad y Sky High: una escuela de altos vuelos. En la banda sonora se incluyen canciones de los Carpenters, Beastie Boys, Stevie Wonder, Light FM y Lionel Ritchie, entre otros.
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