Toy Story 3
Textito informativo publicado hoy, viernes 23 de julio de 2010, en el suplemento Metrópoli del diario El Mundo. Este es el Pixar que más me ha preocupado. El Lado Oscuro de la factoría de John Lasseter. No sé si me apetecía conocerlo. Viendo Toy Story 3 me he acordado de los niños que lloraban en el cine por culpa de Babe 2. Menos mal que salen los Guisantitos.
Toy Story 3 aterriza en nuestras pantallas quince años después de que lo hiciera Toy Story, el primer largometraje enteramente generado por ordenador de la historia del cine. En todo este tiempo, la tecnología utilizada para la fabricación de este tipo de películas ha mejorado una barbaridad. Las imágenes de síntesis son, ahora, mucho más nítidas y ricas en detalles que hace década y media. Quizás, por eso, Disney volvió a comercializar el pasado año los dos primeros títulos de la saga en flamantes versiones en 3-D (tres dimensiones), para que el salto cualitativo entre estas entregas y la más reciente, que se estrena esta semana en nuestro país, no fuese tan evidente.
Este tercer capítulo de las aventuras animadas del vaquero Woody y el astronauta Buzz comienza con una espectacular secuencia de accion multigenérica que aprovecha al máximo los trucos visuales de las tres dimensiones. Los juguetes protagonistas de los tres films interpretan, durante unos minutos, diversos papeles de villano o de héroe, enfrentándose unos a otros con todo tipo de armas de risa y palabrería melodramática, pasando del western a la ciencia ficción en un periquete. La secuencia resulta ser una recreación idealizada de la fantasía desbordada del niño Andy, el dueño de Woody, Buzz y demás juguetes.
Tras este prólogo bombardero, que deja sin aliento, los guionistas y animadores de Pixar incluyen una preciosa secuencia encadenada de fotografías y filmaciones en súper-8, en las que vemos al niño creciendo año tras año. La acción propiamente dicha de Toy Story 3 se inicia en la época actual, después de esta catarata de imágenes retro. Andy acaba de cumplir los 17 años y se dispone a abandonar el hogar familiar para iniciar sus estudios universitarios en otro estado. Todos sus ya viejos juguetes están guardados en una caja, inquietos por su inmediato futuro.
Para Woody (doblado por Tom Hanks en la versión original en inglés), Buzz (doblado por Tim Allen en inglés y por Jose Luis Gil en castellano) y sus amigos, el Señor y la Señora Patata (Don Rickles y Estelle Harris), el cerdito hucha Hamm (John Ratzenberger), el dinosaurio verde Rex (Wallace Shawn), la vaquerita Jessie (Joan Cusack) y la muñeca Barbie (Jodi Benson), la situación es crítica: o les arrinconan en el desván de la casa o les trasladan a una guardería del barrio o les tiran a la basura. El azar hace que acaben todos en la guardería. Allí conocen a un montón de nuevos juguetes: el oso de peluche rosa Lotso Abrazitos (Ned Beatty), el novio de Barbie Ken (Michael Keaton, o David Robles en la versión española), el pulpo morado de goma Pulpi (Whoopy Goldberg o Silvia Abril), el Payaso Sonrisitas (Fofito), el Guerrero Mantis (Alex de la Iglesia), el actor Puerco Espín Tirolés (Emilio Gutiérrez Caba) y el robot Sparks (Pablo Motos), entre otros.
Al principio, desde la perspectiva de unos juguetes que han perdido a su dueño, la guardería parece un estupendo lugar para disfrutar de sus últimos años de vida. Pero la cosa cambia de la noche a la mañana con la llegada de los niños más pequeños, cuya principal actividad consiste en golpear, chupetear, morder y pisotear a cuanto objeto se pone al alcance de sus diminutas manos, bocas y pies. Por si fuera poco, el oso de peluche Lotso resulta ser un dictador traumatizado por su pasado, que gobierna la guardería como si fuese una cárcel de alta seguridad con la complicidad de un guardaespaldas monstruoso, el Bebé Gigante, y un vigilante psicópata, el Mono de los Platillos.
Mientras Barbie y Ken se enamoran, el oso Lotso reinicia al pobre Buzz y lo transforma en un seductor latino de culebrón (doblado en castellano por el cantaor de flamenco Diego ’El Cigala’), entre otras divertidas peripecias tragicómicas, que incluyen trepidantes persecuciones, flashbacks terroríficos e interludios sentimentales varios.
“Antes de empezar a trabajar en Toy Story 3 —recuerda el director de producción Bob Pauley— visitamos muchas jugueterías y muchas guarderías. También fuimos a Alcatraz para saber lo que se siente en prisión. Y a un incinerador gigante de basura para tomar referencias de cara a la escena cumbre. Es gracioso: los animadores de Ratatouille viajaron a París y comieron en los mejores restaurantes para ambientarse; los de Up hicieron trekking por las montañas de Venezuela; en cambio, nosotros, cuando volvimos, sólo teníamos ganas de darnos una buena ducha”.
El montador de Toy Story y Toy Story 2, Lee Unkrich, se ha encargado de la dirección de la película. El guión lleva la firma de Michael Arndt (Oscar por Pequeña Miss Sunshine) y está inspirado en un argumento imaginado por John Lasseter (director de las dos primeras entregas y presidente de Pixar), Andrew Stanton (director de Wall-e) y el propio Unkrich. La música vuelve a estar compuesta por Randy Newman.
“En este Toy Story también hay una Love Story —explica la productora Darla K. Anderson—. La de Ken y Barbie. La idea de introducir a Ken enriqueció el guión de una forma notable, muy cómica. Ken es un muñeco de niña, un accesorio para Barbie, y todo eso le crea al personaje muchas inseguridades. Ken es un esclavo de la moda y en cada escena luce un modelito diferente. Además, está loco por Barbie. Lo suyo es el típico caso de amor a primera vista”.
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