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la verdadera identidad de pedro calleja

Law Abiding Citizen

Law Abiding Citizen

Los dos primeros cuartos de hora de Law Abiding Citizen (Un ciudadano ejemplar) engañan. El prólogo es contundente y violento: dos tipejos asaltan a una familia feliz en su propia casa, asesinando a la esposa y la hija del protagonista ( interpretado por Gerard Butler, el machote guaperas de La cruda realidad). Inmediatamente después, vemos a un abogado afroamericano y ambicioso (Jamie Foxx, Oscar al mejor actor por Ray) explicándole al atribulado superviviente de la matanza que, para lograr que condenen al menos a uno de los maleantes (el inocentón), no les queda más remedio que hacer un trato con el otro (el sádico). Diez años más tarde, el viudo se toma la justicia por su mano y logra que ambos malandrines mueran de forma horrorosa.

Hasta aquí, todo parece indicar que nos encontramos ante una especie de tv-movie de sobremesa de domingo con tropezones sangrientos. Pero no. O no exactamente. De pronto, allá por el minuto cincuenta, el papaíto vengativo se convierte en un peligrosísimo tocapelotas. Primero, pone en evidencia al sistema judicial estadounidense en pleno, denunciando los tejemanejes entre abogados, jueces y acusados, y luego, sin previo aviso, comienza a ejercer de sofisticado psychokiller en la sombra. Resulta que el tío es un genio de la estrategia criminal y un hábil inventor de aparatejos jamesbondianos. Mata sin moverse de su celda. Como Hannibal Lecter, pero a lo bruto.

Si Law Abiding Citizen fuese una oscura película de serie B de los años setenta, hoy sería considerada una joyita de culto. Si la hubiese dirigido un Timur Bekmanbetov (Wanted: Se busca) cualquiera, en vez del blandengue de F. Gary Gray (El negociador), seguro que los detalles realmente originales de la trama no tardarían tanto en aparecer y el envoltorio audiovisual no sería tan anodino. Lo que queda es lo que hay: una tv-movie envenenada, que no es poco.

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