La Movida y yo
Este texto semiautobiográfico se publicó en la revista Primera Línea, en el año 2005.
Siglo XXI. Año 2005. Sur de Europa. Estado Español. Desde hace unos cuantos meses, en mi barrio suceden cosas sorprendentes. Cada fin de semana, montones de quinceañeras y quinceañeros se pasean por delante del portal canturreando versiones de "La chica de ayer" y "Hoy no me puedo levantar" que parecen extraídas de un compact-disc de La Oreja de Van Gogh. ¿Estrategia comercial? ¿Brote nostálgico? ¿Capricho adolescente?
No lo sé. En cualquier caso, está claro que los años 80 han vuelto a ponerse de moda a este lado de los Pirineos. Los síntomas fenomenológicos no dejan lugar a dudas. Ya han empezado a bombardearnos con películas, teleseries, obras musicales, cds recopilatorios, libros autobiográficos y campañas publicitarias ambientadas en esa época. Y muy pronto llegarán más. Y más. Y más. Hasta agotar por completo el filón.
La cosa no deja de tener su gracia. Se recuperan ídolos, se organizan homenajes, se redefinen conceptos. Lo malo es que se hace de cualquier manera: distorsionando la realidad, mezclando propuestas incompatibles e improvisando sobre la marcha. Sin ir más lejos, a muchos de mi generación les ha dado últimamente por recordar cosas que nunca sucedieron. Según ellos, en los 80 todos eran punkies y entraban gratis al Rock-Ola. ¡Qué mala puede llegar a ser la crisis de los 40!
Luego está lo de la Movida, que se ha convertido en el tema favorito de cientos de figurones con ansias de chupar cámara. Todos cuentan más o menos lo mismo: "Yo estuve allí, hice ésto, inventé aquello, compartí cama con Almodóvar, me fumé un porro con Alaska, etc, etc." Mienten, claro, pero como nadie se atreve a contradecir sus afirmaciones, lo hacen con total impunidad. Nada se pierde más deprisa que la memoria.
Supongo que la idea de celebrar precisamente ahora, en el 2005, el 25 aniversario de la Movida se le habrá ocurrido a alguno de esos siniestros personajes, expertos manipuladores de la Historia más reciente. Al fin y al cabo, 1980 es un año generacionalmente significativo y con mucho gancho estético.
Además, es verdad que ese pintoresco fenómeno sociocultural de origen madrileño y proyección internacional que hoy conocemos con el nombre de La Movida, comenzó a llamar la atención de los medios nacionales e internacionales en 1980, hace exactamente dos décadas y media. A mí me pilló en plena efervescencia adolescente, recién cumplidos los 16.
Nacido en Madrid, pero educado en Suiza como otros muchos hijos de emigrantes, yo no era lo que se dice un chico demasiado normal en aquella época prodigiosa. Para mí, estudiar una carrera y salir con chicas bajitas nunca fue suficiente.
También escribía, dibujaba, tocaba en un grupo afterpunk, consumía literatura fantástica, devoraba comics underground, compraba prensa contracultural, editaba mi propio fanzine de cine malo y volvía tarde a casa siempre que me apetecía. Sin agobios. Compaginándolo todo con genuina pasión de fan fatal.
Ahora estoy convencido de que ningún desajuste hormonal de la adolescencia fue responsable de aquel derroche de vitalidad. Tenía que haber algo más. Es verdad que se respiraba una atmósfera especial en el Madrid de finales de los setenta y principios de los ochenta.
Si uno tenía la suerte, como yo la tuve, de estar con frecuencia en el sitio más adecuado a la hora más adecuada, resultaba imposible no contagiarse de esa especie de entusiasmo colectivo que, conviene aclararlo ahora, sólo afectaba a una minoría nada selecta de los habitantes de la Villa y Corte.
Antes de que periodistas, intelectuales y políticos de izquierdas pusiesen de moda el concepto de La Movida en toda la Galaxia Pop, la escena alternativa madrileña, conocida entonces con el nombre mucho más simpático de La Nueva Ola, sólo contaba con unos cuantos incondicionales. Entre moderniquis, artistilllas, periodistas, noctámbulos, pijos golferas y mariquitas varios, apenas si alcanzábamos el centenar y medio de freaks.
Ignoro quién inventó aquello de La Movida, pero seguro que no fue ninguno de nosotros. La palabra sonaba carca, cheli, jipiosa, progre y vulgar, así que igual es verdad que se la sacó de la pluma Paco Umbral, como dicen algunos. En cualquier caso, acabó imponiéndose por culpa de los treintañeros pedantes, niñatos de papa en su mayoría, que acabaron monopolizando el cotarro a nivel institucional. Pero esa es otra historia.
Según mi propia experiencia personal, La Movida de verdad comenzó a gestarse a finales de los años setenta. Fue entonces cuando surgieron en Madrid las primeras propuestas musicales directamente inspiradas por el glam, el punk y el afterpunk británico, la new wave norteamericana y el pop internacional más descarado.
Pocos supieron apreciarlo en su día, pero el sonido amateur de Kaka de Luxe se daba de hostias con el virtuosismo instrumental de los dinosaurios nacionales del rock sinfónico tipo Bloque, Ñu o Triana, que eran los grupos que me gustaban a mí antes de enloquecer escuchando unos discos de David Bowie, Blondie y Ramones que me prestó mi amigo Jose Luis Yubero.
Lo divertido fue que, como aquí no existía infraestructura pop de ninguna clase, hubo que improvisarla sobre la marcha. En muy poco tiempo, los ciento y pico nuevaoleros de base tuvimos que asimilar estilos y estéticas que habían marcado tendencia fuera de España a lo largo de los últimos veinte años. Lo mezclamos todo de cualquier manera y surgió un monstruo multicolor de lo más original. Ése, y no otro, es el auténtico origen de La Movida: el pastiche descarado.
En el periodo de la pre-Movida, en 1978 y 1979, declararse fan de La Nueva Ola era como confesar que uno pertenecía a una secta. Mis compañeros de clase, en el instituto, eran incapaces de entender que a mí me gustase una música que casi no sonaba en ningún sitio. Y lo de llevar imperdibles prendidos de la ropa no se entendía como una extravagancia en el vestir, sino, directamente, como una gilipollez.
El simple hecho de ir a ver tocar en directo a Alaska y los Pegamoides, Paraíso, Bólidos, Zombies o Radio Futura, antes de que ninguno de estos grupos hubiese grabado ningún disco, suponía ya una pequeña hazaña. Los conciertos se montaban en teatros, colegios, asociaciones culturales o salones de actos de todo tipo, situados casi siempre en lugares remotos.
Los equipos de sonido petaban y los focos se incendiaban. Pero daba igual. En realidad, más que a escuchar música, se iba a mirar a los demás. O a dejarse mirar. De los ciento y pico modernos de la capital, sólo solían asistir a esta clase de minieventos unos 50. Con el tiempo, nos acabamos conociendo todos.
El grupo lo formábamos especímenes muy variados. Pseudopunks, pseudomods, pseudopoppies, pseudotravestis, pseudotecnos, pseudojipis, pseudorrockers y pseudodandies. Como aún no existían tiendas de ropa moderna en Madrid, los niños de papá iban vestidos con prendas compradas en Londres y los chicos de clase media llevábamos extraños conjuntos manufacturados por nosotros mismos.
Por edades, la cosa quedaba dividida más o menos así: 15 treintañeros (periodistas, reinonas, artistas), 24 veinteañeros (nuevaoleros, enterados, fans), 9 adolescentes (incluyendo a Alaska y Bernando Bonezzi) y un par de extraterrestres (siempre diferentes).
Un ejemplo: el primer directo de Radio Futura. Fue el 12 de octubre de 1979, en la sala de conferencias del Círculo Mercantil, durante la celebración de una Hispacon (Convención Española de Ciencia Ficción). Yo estaba allí como coeditor del fanzine Blagdaross. Se convocó a los nuevaoleros a través de la radio, sólo dos horas antes del concierto. El boca a oreja hizo el resto. Aparecieron unos 20 ó 30 modernos. Los otros 20 ó 30 integrantes del público eran aficionados a la literatura fantástica que no tenían ni idea de lo que iban a ver y escuchar. Aquella noche sonaron por primera vez desde un escenario "Enamorado de la moda juvenil", "Cinco semanas en globo", "Ivonne" y "Divina". Las escuché sentado justo detrás de Alaska.
A partir de 1980, a los ciento y pico nuevaoleros de base nos empezaron a salir novias, novios, amantes, admiradores, amigos, mecenas, imitadores, adversarios... y oportunidades. Movidas particulares y colectivas, paralelas y cruzadas, decadentes y enriquecedoras. Alaska y los Pegamoides grabaron un single; Radio Futura, un álbum. "Groenlandia", de Los Zombies, entró en los 40 Principales. Sin previo aviso, en España se puso de moda ser moderno. Pero no como en Londres-Nueva York-Berlín, sino en plan petarda-maricona-intelectual.
Yo aproveché mis 16 años, y mis antecedentes nuevaoleros, para mantenerme en el centro de la vorágine hasta que no quedó nada de la Movida. Estuve en el Sol, el Jardín, el Marquee, el Rock-Ola y el Carolina. Asistí a las actuaciones más rabiosas de Radio Futura, cuando nadie les quería, antes de que editaran su segundo disco. Me iluminé por dentro viendo a los Zombies interpretando, sobre el minúsculo escenario del efímero Escalón, una versión en castellano de "Rebel, Rebel", de David Bowie. Aluciné con las presentaciones que les hacía a los Pegamoides el inimitable Fabio de Miguel/Fanny MacNamara (hoy, Fabio MacNamara).
En 1981, fui abducido por la que sería mi película favorita de todos los tiempos: "Arrebato", de Iván Zulueta. Con el cine de Pedro Almodóvar me llevé bien desde "Pepi, Luci, Bom... y otras chicas del montón". Él lo supo más tarde, pero todavía me lo agradece cuando nos saludamos por ahí.
Un poco por casualidad, gracias a la repercusión de Serie B, mi fanzine sobre cine fantástico y de terror, me convertí en periodista profesional. Mi primer artículo se publicó en enero de 1984, en el número 3 de la revista La Luna de Madrid, boletín oficial de la Movida. Con los años, llegaría a ser coordinador de la sección de cine, jefe de redacción y director adjunto de esta revista.
También perdí la virginidad en la época de la Movida. Y por partida doble. Con una pintora famosa, en su estudio, y con un reconocido escritor, la misma noche en que murió Truman Capote. Nunca se lo había contado a nadie.
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BOLA EXTRA: COMPARATIVA DE LA MOVIDA: El tema de la Movida está generando mucha confusión informativa. Los siguientes listados te ayudarán a distinguir lo auténtico de lo falso. No te fíes de nadie. Hay mucho intruso y mucho fantasma suelto.
MOVIDA, SI
Alaska
Almodóvar
Alvarado
Arrebato
Aviador Dro
Berlanga (Jorge)
Costus
Coyotes
Chamorro
La Edad de Oro
Gabinete Caligari
García Alix
La Luna de Madrid
McNamara
Nikis
Paraíso
Parálisis Permanente
Poch
Psoe 1982
Radio Futura
Tierno Galván
MOVIDA, NO
Ramoncín
Trueba
Domínguez
En penumbra
Mecano
Alpuente (Moncho)
Barceló
Rebeldes
Hermida
Aplauso
Nacha Pop
García Alix
Sur Express
Wyoming
Ronaldos
Los Secretos
PVP
Bosé (Miguel)
23-F 1981
Auserón
Fraga
arriba: portada del ep original de kaka de luxe, editado en el sello chapa records. en su día, allá por 1978, mi amigo kameros lo robó de unos grandes almacenes y me lo regaló. nunca se lo agradeceré demasiado.
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