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la verdadera identidad de pedro calleja

Veranos de cine: Tiburón

Veranos de cine: Tiburón Todos tenemos amigos y amigas que no se acercan al borde del mar ni aunque les aseguren una cita con la chica del biquini a rayas o con el chico del musculo juguetón. No se trata de la comprensible alergia que tenemos unos pocos al sol del mediodía, la arena pegajosa, la sal del océano y el gordo del transistor, sino algo mucho más atávico: es miedo al bicharraco mayúsculo que surge de las profundidades y nos devora una pierna y el relleno del paquete. Los cinéfagos treintañeros sufren más que otros esta cojera del carácter. Y todo porque de pequeños les llevaron a ver una película protagonizada por un puñado de hombres solos enfrentados a un tiburón que buscaba compañía (y se la comía) en las playas de Nueva Inglaterra. Su director, Steven Spielberg, recién salido de la edad del pavo, se marcó un triple de espaldas a la canasta con esta monster-movie con corazón de best-seller. Las primeras escenas son las que más hunden en la butaca, sobre todo por el acompañamiento musical y la cámara que entra y sale del agua haciéndose la interesante. El escualo ronda a una guapa bañista en pelotas, deja que el dum-dum-dum-dum de la banda sonora suba de volúmen y ataca por sorpresa. Los señores encargados de darle su merecido a la bestia son el sheriff Roy Scheider, el cazador Robert Shaw y el ictiólogo agorero Richard Dreyfuss. Todos ellos alucinan cada vez que asoma el morro su presa, pegándole bocados al barco en el que navegan o enseñando sus tres filas de dientes. Gracias al buen hacer de los expertos en efectos especiales, el tiburón parece más grande a medida que pasa el tiempo. No veáis lo que ha crecido en 25 años.

Tiburón (Jaws), de Steven Spielberg. Estados Unidos, 1975.

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