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la verdadera identidad de pedro calleja

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La vida privada de Pippa Lee

La vida privada de Pippa Lee

Este textito informativo sobre La vida privada de Pippa Lee, escrito por mí, se publicó el pasado viernes 25 de junio de 2010 en el suplemento Metrópoli del diario El Mundo.

La cineasta Rebecca Miller es hija del dramaturgo norteamericano Arthur Miller y la fotógrafa austriaca Ingeborg Morath. Creció y se educó en un ambiente de artistas comprometidos y acomodados. Dirigió su primer largometraje, Angela, en 1995, un año antes de contraer matrimonio con el actor Daniel Day-Lewis, con quien ha tenido dos hijos. Su filmografía no sobrepasa los cuatro títulos. La vida privada de Pippa Lee es el único de estos largos que se ha estrenado en las salas comerciales españolas.

Con un guión escrito por Miller, basado en su propia novela, La vida privada de Pippa Lee se sumerge en la biografía real o inventada de una mujer contradictoria, que nos cuenta en primera persona cómo fue su infancia junto a una madre drogodependiente, su alocada juventud entre pintores flipados y su radiante madurez al lado de un marido que le dobla la edad.

“El personaje de Pippa no es autobiográfico –se defiende Rebecca Miller–, pero comprendo sus motivaciones. Muchas mujeres se verán reflejadas en él. Algunos amigos íntimos me han preguntado si tiene algo que ver con mi madre, o incluso con Marilyn Monroe, que aún estaba casada con mi padre cuando mi madre y él se enamoraron. No lo sé. Quizás sí que tenga algo que ver con ellas. O, mejor dicho, con un cierto tipo de mujer, aparentemente frágil y fácil de manipular, pero que no se avergüenza de su pasado, por muy escabroso que éste pueda haber sido”.

Hasta tres actrices distintas encarnan en la gran pantalla a Pippa Lee. La niña Madeline McNulty interviene en los flashbacks que recrean la infancia del personaje, y la jovencísima Blake Lively, popular gracias a su papel de Serena en la teleserie Gossip Girl, se encarga de dar vida a Pippa en sus años más salvajes, ambientados en la década de los 80. El grueso del trabajo interpretativo, sin embargo, recae sobre los hombros y el talentazo de Robin Wright Penn, espléndida en la piel de una ama de casa aparentemente perfecta con graves problemas de sonambulismo.

“Empecé a pensar en Pippa Lee hace casi diez años –explica Miller–, después de coincidir con una vieja amiga a la que hacía décadas que no veía. Yo conocí a mi amiga cuando ella aún era una joven rebelde, por eso no fui capaz de reconocerla en su nuevo papel de mujer madura y responsable. ¿Cómo es posible que hubiese cambiado tanto? Escribí una novela sobre este tema: sobre cómo las apariencias engañan, sobre cómo nuestra personalidad cambia a lo largo de los años. Y de esa novela surgió el guión de la película”.

El marido de Pippa, Herb Lee (Alan Arkin, Pequeña Miss Sunshine), editor de profesión, es treinta años mayor que ella. Ya ha sufrido dos infartos, pero se niega a ser tratado como un viejo moribundo. Pippa y Herb son padres de una jóven fotógrafa de guerra (Zoe Kazan) y un abogado gafapasta (Ryan McDonald). Uno de los mejores amigos de la pareja es el novelista Sam Shapiro (Mike Binder). Otra habitual en sus reuniones amiguetiles es la joven aspirante a poetisa Sandra Dulles (Winona Ryder). El personaje de la madre drogata de Pippa lo interpreta María Bello (Una historia de violencia), y el del vecino traumatizado y guaperas, Keanu Reeves (Matrix).

The Blind Side

The Blind Side

Textito informativo sobre The Blind Side, publicado el viernes 17 de junio de 2010 en el suplemento Metrópoli del diario El Mundo. Otra tv-movie. Y van...

Michael Oher es un famoso jugador de rugby al estilo norteamericano (lo que los anglosajones no-europeos denominan fútbol o 'football'). Cumplió 23 años hace menos de un mes. Desde 2009, juega profesionalmente en la NFL (Liga Nacional de Football de los Estados Unidos). Su equipo actual es el de los Ravens de Baltimore. Antes, jugaba en la liga universitaria, en los Ole Miss Rebels de la Universidad de Mississippi.

En 2006, el escritor y periodista Michael Lewis publicó un libro sobre el primer año como estudiante y jugador universitario de Michael Oher, en el que se describía con pelos y señales su curiosa historia personal. Antes de publicarse el libro, aparecieron un par de capítulos del mismo en las páginas del New York Times Magazine. Estos capítulos sirvieron de base para la redacción del guión de The Blind Side (Un sueño posible), la película que ahora llega a nuestra cartelera de estrenos, escrita y dirigida por John Lee Hancock, con Sandra Bullock y Quinton Aaron como protagonistas.

En la terminología futbolera del 'football', el término 'the blind side', que se traduce literalmente como 'el lado ciego', se refiere al lado del campo de visión que el jugador encargado de lanzar la pelota, o el del quatterback, el jugador que recibe la pelota lanzada y corre hacia la línea de fondo para tratar de marcar un touch-down, no controlan. Es decir, dependiendo de si son diestros o zurdos, es el lado contrario de estos dos jugadores a su punto de visión natural. El lado, en suma, por el que les pueden atacar y neutralizar sin miramientos los defensores del equipo contrario, provocándoles, muchas veces, gravísimas lesiones.

Para que esto no suceda, en los últimos años, ha surgido en la NFL la figura del 'tackler', un jugador cuya misión es algo así como la de ejercer de escudero personal del lanzador y del quatterback estrella de un equipo. Michael Oher es, precisamente, un 'tackler'. Uno de los mejores de su generación, según los entendidos. Algo que, al parecer, y según su biógrafo oficial, ya estaba sugerido en su ficha escolar. “Con trece o catorce años, Michael Oher no tenía la más mínima capacidad de concentración —señala John Lee Hancock, el guionista y realizador de The Blind Side (Un sueño posible)—. Apenas hablaba. No mostraba interés por nada. Sin embargo, poseía un alto grado de capacidad para proteger los demás. Había nacido para eso, para hacerse cargo de que los demás no sufriesen daño”.

Hancock triunfó en las taquillas de medio mundo en 2002 con otra película deportiva, The Rookie (El novato), protagonizada por Dennis Quaid y ambientada en el mundillo del béisbol universitario y profesional. Con The Blind Side (Un sueño posible) ha superado todas las espectativas. No sólo el film, que costó menos de 30 millones dólares, lleva recaudados en los cines norteamericanos cerca de 300, sino que recibió una nominación al Oscar a la Mejor Película y propició que su protagonista femenina, Sandra Bullock, ganase el primer Oscar de su carrera como actriz.

Bullock encarna en The Blind Side (Un sueño posible) a Leigh Ann Tuohy, una guapa esposa y madre perteneciente a una familia burguesa y cristiana del estado de Tennessee. Su marido, Sean Tuohy, un tipo encantador interpretado por el actor y cantante country Tim McGraw, dirige una cadena de restaurantes de comida rápida. Ambos tienen dos hijos: la adolescente sonriente Collins (Lily Collins, vista en un par de episodios de la teleserie 90210), que aspira a ser capitana del equipo de animadoras del campus, y el treceañero chistoso S.J. (Jae Head, el niño de Hancock), un chaval que rezuma buen rollo por los cuatro costados.

Esta familia perfecta se ofrece como cojín existencial de un adolescente afroamericano nacido y crecido en el peor barrio de la ciudad. Un chico negro, inmenso y medioautista que responde al apodo de Big Mike (Quinton Aaron, Mr. Brooklyn). Con la ayuda de una profesora particular que se define como demócrata y no demasiado creyente, la señorita Sue (Kathy Bates, Chéri), el gran Mike supera exámenes, pruebas atléticas y un par de situaciones íntimas delicadas.

Sorprende el trabajo interpretativo de Sandra Bullock, que aparece en pantalla más contenida de lo habitual, pero sin perder esa chispa humorística y sensible que siempre la ha caracterizado como actriz. Al final de la película, en la secuencia de créditos, pueden verse fotografías del verdadero Michael Oher en compañía de todos los miembros de la familia Tuohy. Sorprende el gran parecido entre Bullock y la auténtica Sra. Tuohy: ambas exhiben esa extraña inexpresividad marmórea de las mujeres retocadas en una clínica. Y el mismo peinado de rubia con pasta y posición social privilegiada. Impecables las dos.

Uno de los nuestros

Uno de los nuestros

Para celebrar sus 20 añitos de existencia, el suplemento Metrópoli, del diario El Mundo, me invitó hace unas semanas a participar en la elección de las 20 mejores películas estrenadas en España en los últimos 20 años. Este es el textito que he escrito sobre una de las integrantes de la lista final.

En su día, Uno de los nuestros (Goodfellas) fue saludada por la mayor parte de los críticos como la obra cumbre de la filmografía de Martin Scorsese. La película en la que mejor se combinaban las peculiaridades estilísticas y las obsesiones temáticas del autor de Malas calles y Taxi Driver. Una especie de saga del Padrino hipervitaminada y supermineralizada. 145 minutos de reconcentrado mafioso sin edulcorantes ni aditivos. El paso del tiempo no ha hecho más que corroborar aquella primera impresión. Scorsese no ha vuelto a volar ni tan alto ni tan rápido como lo hizo entonces. Basada en una novela semiautobiográfica de Nicholas Pileggi, Uno de los nuestros cuenta la historia de un niño curioso que siempre quiso ser un gánster. Con el beneplácito del capo de Nueva York, interpretado por el inmenso Paul Sorvino, y bajo la tutela compartida de un circunspecto Robert De Niro y un iracundo Joe Pesci, el protagonista, Henry Hill, encarnado con sorprendente desparpajo por Ray Liotta, sube hasta lo más alto de la montaña delictiva y, desde allí, se despeña con la cabeza por delante y hasta las trancas de cocaína, ante la mirada entre compasiva y desesperada de su sufrida esposa judía, magníficamente personificada en pantalla por Lorraine Bracco. La ascensión y caída de malote Hill cuenta con una banda sonora de auténtico lujo, integrada por una minuciosa selección de algunas de las mejores canciones de los años sesenta y setenta. Un Oscar para Pesci y cinco nominaciones de las consideradas importantes fueron las recompensas que le otorgó la Academia de Hollywood a esta obra maestra del frenesí cinemático. Un curioso dato estadístico: la palabra 'fuck' ('joder') es utilizada 296 veces a lo largo del metraje (el personaje de Pesci la pronuncia cerca de 150 veces él solito).

Legion

Legion

El textito informativo sobre Legión que escribí para Metrópoli de El Mundo. Se publicó el viernes 28 de mayo de 2010.

Legión es una película de terror sobre el fin del mundo. O mejor dicho: sobre el Fin del Mundo. Así, con mayúsculas. En esta curiosa (per)versión del Apocalipsis descrito en la Biblia por San Juán, el archivillado supremo no es otro que el mismísimo Dios. Harto de las tonterías y crueldades de los hombres, el sumo creador decide enviar a la Tierra a sus ejércitos celestiales, integrados por ángeles armados hasta los dientes. Antes de que los ángeles aterricen con todo su ruido y furia sobre la atribulada humanidad, Dios se entretiene propagando miniepidemias premonitorias de insectos, zombies y arañas humanas.

El productor David Lancaster, copresidente de Bold Films, leyó el primer borrador del guión de Legión, redactado por Peter Schink, en 2003. Casi inmediatamente, contactó con el experto en efectos especiales digitales Scott Stewart para que éste le hiciese unos retoques al libreto original. Stewart acentuó la parte dramática de la historia, poniendo especial empeño en la creación de unos personajes con fondo y forma. También combinó cierto aroma de western desértico con la típica parafernalia catastrofista. El resultado final incluye un buen derroche de acción espectacular, bastantes interludios intimistas y cierto aderezo pseudorreligioso con ramalazo hortera.

“El guión original era bastante más explícito –explica Stewart–, pero no resultaba inquietante. Era puro circo. A mí me interesa mucho más el terror que se construye poco a poco. Me gusta ir creando una atmósfera especial que influya en el ánimo del público. Mis películas favoritas de terror son las que juegan con elementos tan sencillos como la oscuridad y la espera. A los protagonistas de una historia es necesario conocerles un poco para que nos importe lo que vaya a sucederles”.

Legión se pone en marcha con la aparición del Arcángel Miguel (Paul Bettany, El código Da Vinci) en un oscuro callejón de Los Ángeles. Miguel se exhibe desnudo unos segundos, en plan Terminator, y con cara de circunstancias. Se supone que él es el cabecilla de los ejércitos de Dios, pero resulta evidente que no está demasiado convencido de querer cumplir el mandato divino. Después de arrancarse las alas angelicales a lo bruto, atraca una tienda de armas y parte en busca de algún ser humano merecedor de misericordia.

Lejos de allí, en medio del desierto de Mojave, en una cafetería de carretera significativamente llamada Paradise Falls, un grupo de hombres y mujeres se pregunta que diablos está pasando en los telediarios, que no dejan de emitir imágenes de sucesos extraños y catástrofes inexplicables. El dueño del local es Bob Hansen (Dennis Quaid), un tipo responsable y sufrido; su socio en el negocio es Percy (Charles S. Sutton), un veterano temeroso de Dios; el hijo de Bob, Jeep (Lucas Black), es un joven tímido que está locamente enamorado de la camarera del local, Charlie (Adrianne Palicky), una veinteañera embarazadísima. Entre los clientes, encontramos al divorciado Kyle Williams (Tyrese Gibson) y a la pareja de madre e hija formada por Sandra (Kate Walsh) y Audrey (Willa Holland). Todos ellos, con la ayuda de Miguel, se enfrentarán a centenares de monstruos, parapetados tras los cristales y las paredes de la cafetería.

Scott Stewart, coguionista y director de Legión, estudió en la escuela de Cine de la Universidad de Nueva York, antes de entrar en Industrial Light and Magic, la legendaria compañía de efectos visuales creada por George Lucas. Tras su paso por ILM, Stewart y otros dos amigos fundaron The Orphanage, que se ha convertido en una las compañías de efectos especiales de referencia en Hollywood, participando en decenas de éxitos de taquilla como Ironman, Piratas del Caribe En el Fin del Mundo, Una Noche en el Museo y Harry Potter y El Cáliz de Fuego.

“Toda esta experiencia fue de gran ayuda a la hora de visualizar Legión –comenta Stewart– Dibujé el storyboard de prácticamente cada plano de la película. Al haber hecho efectos especiales para grandes films, no me sentía intimidado por los retos técnicos. Al mismo tiempo, al venir de ese sector, tengo bastantes reparos en cuanto a la sobredosis de efectos digitales, así que quise ser lo más práctico posible”.

Una de las escenas más impactantes de Legión es la transformación de una amable viejecita en un zombie capaz de subirse por las paredes como una cucaracha. Otra es la de un heladero (Doug Jones, El laberinto del fauno) que estira sus brazos y piernas hasta convertirse en una especie de araña de pesadilla. El climax del film lo protagonizan los dos arcángeles enfrentados: Miguel y Gabriel (Kevin Durand, el mercenario Keamy en la serie Perdidos). Ambos luchan con espadas, mazas y alas metálicas.

Apoyo: Películas del fin del mundo (por orden de destrucción: de más a menos).

Cuando los mundos chocan
Rudolph Maté, 1951
Un planeta a la deriva choca contra la Tierra destruyéndola por completo. Antes de que esto suceda, un grupo de científicos construye un cohete para meter en él a los hombres y las mujeres más sanotes. Ciencia ficción retro con mensaje humanista.

2012
Roland Emmerich, 2009
El calentamiento global desestabiliza las placas tectónicas de la Tierra y provoca la Madre de Todas las Catástrofes. Un grupo de científicos construye varias arcas de noe de tecnología punta para meter en ellas a los hombres y mujeres más suertudos. Orgía de FX.

El día de mañana
Roland Emmerich, 2004
El calentamiento global, etc, etc. La Tierra se cubre de nieve. Un grupo de supervivientes se refugia en un subterráneo, mientras un científico busca desesperadamente a su hijo. Cine de catástrofes al más puro estilo de la Era Digital. Ultrarrealista y megaprevisible.

La guerra de los mundos

Steven Spielberg, 2005
Versión moderna del clásico de 1953. Tom Cruise y su dispersa familia atraviesan varios estados con el fin de reunirse con mamá y los abuelos. Por el camino, se encuentran con un ejército invasor de marcianos que llevan preparando su ataque a la Tierra desde hace siglos. Sangrienta.

Mars Attacks!
Tim Burton, 1996
El primer film de la historia inspirado por una colección de cromos. Un ejército de marcianos bajitos y cabezones invade la Tierra con sus pistolas de juguete. Mucha mala leche, un reparto de campanillas y un final desternillante: los alienígenes no pueden soportar la música country.

Independence Day
Roland Emmerich, 1996
Los marcianos invaden la Tierra a bordo de sus naves de guerra. Impresionante despliegue de efectos especiales de ultimísima generación y risible catarata de lugares comunes argumentales. La imagen más impactante: un platillo volante destruye la Casa Blanca con un rayo.

Robin Hood

Robin Hood

El textito sobre Robin Hood que escribí para Metrópoli de El Mundo. Se publicó el 14 de mayo de 2010.

Todos estamos familiarizados con la figura de Robin Hood, el arquero justiciero de los bosques de Sherwood. Según cuenta la tradición, este ladrón de la Edad Media se hizo famoso por repartir entre los pobres lo que robaba a los ricos, además de apoyar la causa nacionalista británica de la época. Los orígenes folclóricos del personaje se remontan al siglo IX. Las primeras baladas que describen sus hazañas son del siglo XV.

En las últimas décadas, el cine y la televisión nos ha ofrecido una treintena de versiones distintas de sus aventuras. La que aterriza ahora en nuestras pantallas, escuetamente titulada Robin Hood, promete ser la más realista, oscura, violenta, espectacular y verosímil. Ridley Scott la dirige y Russell Crowe la protagoniza: el tandem triunfador de Gladiator.

Scott y Crowe entraron en contacto con el proyecto hace unos cuatro años, a través del productor Brian Glazer, durante el rodaje de American Ganster, un film en el que trabajaron juntos los tres. Glazer hizo leer a sus compañeros un guión original de Ethan Reiff y Cyrus Voris. En él, se describía a Robin Hood como un delincuente sin escrúpulos, y a su eterno archienemigo, el Sheriff de Nottingham, como un pionero de la investigación criminal. El guión no entusiasmó demasiado a Scott y Crowe, pero ambos decidieron embarcarse en la aventura a cambio de poder implicarse en la producción y el proceso creativo.

El encargado de reescribir el guión de Reiff y Voris desde la primera a la última página fue Brian Hegeland (Oscar por L.A. Confidential), siguiendo las pautas del realizador y la estrella. “No queríamos repetir situaciones ya vistas —explica Hegeland—. Partimos de cero con todos los personajes de la leyenda tradicional, no sólo con Robin Hood. Los integramos en un momento concreto de la historia de Inglaterra. Un momento muy delicado, social y políticamente”.

El rey Ricardo Corazón de León (Danny Huston) muere después de participar en la Tercera Cruzada de la Guerra Santa. Uno de sus soldados, el arquero Robin Longstride (Russell Crowe), crecido y educado en el extranjero, decide regresar a Inglaterra para recuperar sus raíces. Encuentra un país sumido en el caos y la miseria, gobernado por un pelele, el Príncipe Juán Sin Tierra (Oscar Isaac), hermano menor de Ricardo e hijo de la temible Leonor de Aquitania (Eileen Atkins). Se respiran aires de revolución en las calles y los franceses amenazan con invadir las islas.

Robin se ve obligado a ayudar a la viuda de un compañero muerto en combate, Marian Loxley (Cate Blanchett), haciéndose pasar por su marido. A pesar de la mutua antipatía que surge entre ambos nada más verse, la mujer no duda en unirse al grupo que lidera el arquero, formado por exsoldados, forajidos e independentistas. Todos ellos luchan contra la hegemonía normanda que corrompe a la Corona.

Los aliados más fieles de Robin están encabezados por el gigantón Pequeño John (Kevin Durand), el jovencísimo Will Scarlet (Scott Grimes), el trovador Allan A’Dayle (Allan Doyle), y el fraile juerguista Tuck (Mark Addy). Entre los enemigos, destacan Sir Godfrey (Mark Strong), asesino a sueldo de Juan Sin Tierra; el Sheriff de Nottingham (Matthew Macfadyen), un tipo cobarde y traicionero, y la bella Isabel de Angoulême (Léa Seydoux), amante insaciable del príncipe e interesada aliada de Leonor de Aquitania.

El reparto se completa con un par de pesos pesados: Max von Sydow y William Hurt, que encarnan a dos viejos amigos del padre de Robin, que fue asesinado en extrañas circunstancias. Ellos saben cosas que nadie se imagina.

Robin Hood se rodó en los meses de abril, mayo, junio y julio de 2009, en Inglaterra y Gales. Los pueblos de Nottingham, York y Peterborough se reconstruyeron en distintos puntos de Surrey. Londres y sus alrededores se recrearon en los estudios Shepperton. Allí se filmaron también los interiores de castillos y edificios famosos, como la Torre de Londres. En la playa galesa de Freshwater, durante dos semanas enteras, se rodaron las  impresionantes secuencias de batalla entre los ejércitos inglés y francés. Para no perderse ni un detalle de la acción, el director de fotografía, John Mathieson (Gladiator), llegó a utilizar hasta doce cámaras al mismo tiempo.

Law Abiding Citizen

Law Abiding Citizen

Los dos primeros cuartos de hora de Law Abiding Citizen (Un ciudadano ejemplar) engañan. El prólogo es contundente y violento: dos tipejos asaltan a una familia feliz en su propia casa, asesinando a la esposa y la hija del protagonista ( interpretado por Gerard Butler, el machote guaperas de La cruda realidad). Inmediatamente después, vemos a un abogado afroamericano y ambicioso (Jamie Foxx, Oscar al mejor actor por Ray) explicándole al atribulado superviviente de la matanza que, para lograr que condenen al menos a uno de los maleantes (el inocentón), no les queda más remedio que hacer un trato con el otro (el sádico). Diez años más tarde, el viudo se toma la justicia por su mano y logra que ambos malandrines mueran de forma horrorosa.

Hasta aquí, todo parece indicar que nos encontramos ante una especie de tv-movie de sobremesa de domingo con tropezones sangrientos. Pero no. O no exactamente. De pronto, allá por el minuto cincuenta, el papaíto vengativo se convierte en un peligrosísimo tocapelotas. Primero, pone en evidencia al sistema judicial estadounidense en pleno, denunciando los tejemanejes entre abogados, jueces y acusados, y luego, sin previo aviso, comienza a ejercer de sofisticado psychokiller en la sombra. Resulta que el tío es un genio de la estrategia criminal y un hábil inventor de aparatejos jamesbondianos. Mata sin moverse de su celda. Como Hannibal Lecter, pero a lo bruto.

Si Law Abiding Citizen fuese una oscura película de serie B de los años setenta, hoy sería considerada una joyita de culto. Si la hubiese dirigido un Timur Bekmanbetov (Wanted: Se busca) cualquiera, en vez del blandengue de F. Gary Gray (El negociador), seguro que los detalles realmente originales de la trama no tardarían tanto en aparecer y el envoltorio audiovisual no sería tan anodino. Lo que queda es lo que hay: una tv-movie envenenada, que no es poco.

Iron Man 2

Iron Man 2

Hoy publico este textito informativo sobre Iron Man en el suplemento Metrópoli del diario El Mundo.

El primer Iron Man, estrenado en 2008, funcionó muy bien en taquilla. Sedujo al gran público, a la mayor parte de los seguidores del cómic original e incluso a la crítica cinematográfica especializada. Gustaron sus efectos especiales, literalmente descacharrantes, y su guión, repleto de diálogos con chispa y fidelidad tebeística bien entendida. Pero lo que realmente enganchó a todo el mundo fue el trabajo interpretativo de Robert Downey, Jr., encarnando al multimillonario magnate de la tecnología punta, y principal proveedor de armas de destrucción masiva a nivel mundial, Tony Stark. En manos de Downey, Jr., Stark empezaba la película siendo un seductor carente de escrúpulos, una estrella multimediática sin complejos, mujeriego y juerguista (además de brillante científico en la intimidad, eso sí). Por culpa de un accidente, el personaje acababa convirtiéndose en un superhéroe metalizado con el corazón roto y cierta conciencia social.

Iron Man 2 acentúa las virtudes de la primera entrega de la saga y apuesta por la diversión pura y dura y a cara descubierta. Los guionistas ya no pierden el tiempo explicando cómo, cuándo y porqué se transforma Stark en el Hombre de Hierro. Aquí, lo importante es la acción, trepidante y volatinera; los supervillanos, a cada cual más excéntrico, y los momentazos de lucimiento personal de Downey, Jr. Puestos a comparar, quizás esta secuela sea algo más descerebrada que su predecesora, pero no menos efectiva. Según el director de ambas, Jon Favreau, “si os gustó la primera, con ésta váis a flipar. No es una continuación repetitiva y simplona. ¡Es una auténtica fiesta!”

Al final del primer Iron Man, Tony Stark (Robert Downey, Jr., Sherlock Holmes) desvelaba durante el transcurso de una rueda de prensa televisada que él era la persona que había estado utilizando la armadura del Hombre de Hierro. La acción de Iron Man 2 se pone en marcha seis meses después. Stark se ha convertido en una celebridad a nivel planetario. El gobierno de los Estados Unidos trata por todos los medios de presionarle para que entregue voluntariamente el traje de Iron Man a los militares. Él se niega a hacerlo. Por si fuera poco, su empresa, Industrias Stark, ha dejado de fabricar armas. El mejor amigo de Stark, el coronel Rhodes (Don Cheadle), no sabe en qué bando posicionarse. La tensión se acrecienta por momentos.

En público, Stark disfruta de su popularidad, mostrándose simpático y arrogante; en privado, las cosas no le van tan bien: por una parte, necesita urgentemente una nueva fuente de energía para recargar el mecanismo que mantiene activo su corazón; por otro lado, no sabe qué hacer con su vida amorosa y ha empezado a beber más de la cuenta. Pepper (Gwyneth Paltrow), su fiel asistente personal (y algo más), acepta hacerse cargo de la dirección de sus empresas, momento que aprovecha una astuta pelirroja para ocupar el puesto vacante al lado del atribulado superhéroe playboy. La chica en cuestión, que responde al improbable nombre de Nathalie Rushman (Scarlett Johansson), resulta ser una peligrosa espía experta en artes marciales y apodada por sus enemigos como La Viuda Negra.

Dos supervillanos se enfrentan en esta ocasión a Iron Man. Uno de ellos es el ambicioso hombre de negocios Justin Hammer (Sam Rockwell), cabecilla de Industrias Hammer, una empresa armamentista de altísimo nivel. El otro es el ruso Ivan Vanko (Mickey Rourke), un experto en tecnología punta con pinta de luchador profesional, que lleva todo el cuerpo cubierto de tatuajes carcelarios. Vanko fabrica un arnés similar a la armadura de Stark, se cambia el nombre por el de Whiplash y sale en busca de Iron Man para despedazarlo con sus látigos de energía.

“También recuperamos a otro personaje muy popular entre los fans del cómic —señala el director, Favreau—. En la primera película, sólo salía unos segundos. Aquí, tiene mucha más importancia. Se trata de Nick Furia, el jefazo de los servicios secretos, interpretado por Samuel L. Jackson. Nick le cuenta a Stark cosas que ignoraba acerca de su verdadero padre”.

Iron Man se filmó en distintas localizaciones de California y Nuevo México, excepto unas impactantes secuencias ambientadas en el Gran Premio de Fórmula 1 de Mónaco, que se rodaron en la propia ciudad monegasca. El rodaje tuvo lugar entre los meses de abril y julio de 2009, y enero y febrero de 2010. De los efectos especiales se encargó Industrial Light & Magic, la empresa creada por George Lucas para sacar adelante la saga de La guerra de las galaxias.

El propio Robert Downey, Jr., con el apoyo del realizador Jon Favreau, convenció a los productores del film para que contrataran como guionista de la secuela a Justin Theroux (coautor del guión de Tropic Thunder, la película por la que Downey, Jr., fue nominado al Oscar). Favreau, además de dirigir, se permite el lujo de interpretar un papel secundario: el de Happy Hogan, chófer, guardaespaldas y sparring de boxeo del protagonista.

Sasha

Sasha

Este textito sobre Sasha Grey se ha publicado en Primera Línea, en el número de mayo de 2010, que acaba de ponerse a la venta. Será el último texto que publique en esta revista, que a partir de ahora ya no estará dirigida por mi amigo Guillermo Hernáiz.

Steven Soderbergh se convirtió en el niño prodigio del cine independiente norteamericano en 1989, con sexo, mentiras y cintas de vídeo, su opera prima como director. Once años más tarde, se ganó el respeto y la admiración de todo Hollywood con las plurioscarizadas Erin Brockovich y Traffic. Desde entonces, compagina los peliculones de presupuesto alto con caprichitos personales grabados en vídeo. Su nueva película, The Girlfriend Experience, pertenece a este último grupo. Ambientada en Manhattan, en pleno terremoto económico y electoral, recrea las peripecias de una escort o prostituta de lujo. El papel protagonista lo interpreta Sasha Grey, una superestrella del porno, detalle éste que ha llamado mucho la atención de los medios no especializados en moderneces y friquismos más o menos cool.

Soderbergh no es tonto, evidentemente. Cuando decidió ofrecerle el personaje principal de The Girlfriend Experience a Sasha Grey, no lo hizo movido por el morbo sensacionalista que suele acompañar  a cualquier chica mona que se dedique al metesaca remunerado. Sasha lleva cinco años marcando tendencia en la escena X made in USA. Ahora mismo, es una de las figuras más mediáticas e influyentes de la industria del entretenimiento para adultos. Y eso, a pesar de que su físico no se ajusta en absoluto a los cánones del género. De hecho, Sasha es un auténtico bicho raro. Bajita, cabezona y con los pechos pequeños, se ha especializado en escenas de sexo extremo, brutales. Puro gonzo sin aditivos. Además, y esto sí que es relevante, se le dan bien las entrevistas: habla bien, con seguridad, manejando referencias culturales muy variadas. Fuera de los platós, se codea con artistas pintones y ejerce de modelo ocasional para revistas y fotógrafos de vanguardia. De ahí a ser considerada musa alternativa de la modernidad hardcore de yanquilandia no media ni un paso.

El nombre verdadero de Sasha Grey es Marina Ann Hantzis. Nació en North Highlands, un pueblucho de Sacramento, en el estado de California, el 14 de marzo de 1988. Un mes después de cumplir los dieciocho años, se mudó a Los Angeles con la única intención de convertirse en actriz porno. “Fue una decisión meditada y responsable —afirma la actriz—. En el sitio donde crecí no tenía futuro. Tuve una infancia pobre y cutre. Por suerte, estudié cine, danza e interpretación durante un año antes de marcharme. Descubrí el cine de Godard, Pasolini, Von Trier; leí a Burroughs, Hunter S. Thompson, Anaïs Nin... Y también vi mucho porno y practiqué mucho sexo. Sexo duro. ¡Durísimo! Ahorré 7.000 dolares trabajando de camarera en un restaurante y los utilicé para instalarme en Hollywood”.

—Cuando hablas de sexo duro ¿a qué te refieres?
—Bueno, lo que suelo hacer en las películas, ya sabes: tortazos, escupitajos, tirones de pelo, anales, dobles penetraciones, juegos de dominación y sumisión... Tuve un novio en el pueblo, el cocinero del restaurante donde trabajé: él me inició en este tipo de sexo. En mi primera pelicula porno, The Fashionistas 2: Safado, de John Stagliano, lo primero que le dije al actor al que se la estaba mamando —que, por cierto, era Rocco Siffredi— fue que me pegase un puñetazo en el estómago.

—Pero eso ¿por qué lo haces? ¿Por provocar? ¿Por gusto?
—Es algo instintivo. Siempre he considerado al sexo como una forma de conocerme a mí misma. Quiero descubrir dónde están mis límites. Para mí, el sexo tiene que ser arriesgado, peligroso. Los tortazos y escupitajos sirven para estimular el sistema nervioso: endorfinas, adrenalina. De eso se trata. Siempre que lo que se haga esté consensuado, todo vale.

—¿Te has sentido alguna vez manipulada o vejada delante de las cámaras?
—Nunca. Jamás. Lo que hago en las películas, lo hago porque quiero, porque me apetece, porque disfruto haciéndolo.

—Algo habrá que no quieras hacer.
—La mierda no me va. Nunca he hecho nada que tenga que ver con la mierda. Tampoco me gusta que me quieran disfrazar de quinceañera, con trenzas y uniforme de colegiala y esas cosas. Paso. Ni los besos. Yo, en una película, quiero follar, no enamorarme. El porno que a mí me gusta es puro sexo, sin argumento, sin disfraces. Me gusta trabajar con gente sexualmente agresiva y natural. Los actores que se drogan para follar me dan asco, lo que supone un problema para mí, porque muchos lo hacen. Si te drogas, no hagas porno.

—Eres muy distinta fuera de los platós. Más dulce, más tranquilla, más divertida.
—En el porno soy una perra sucia y peligrosa. Me doy un poco de miedo, a veces. Soy yo, no interpreto un papel, eso que quede claro, aunque te pueda resultar extraño. El porno que yo hago es así. Por eso estoy en este negocio. El porno, cuanto más ridículo, desagradable, malhablado, ruidoso, exagerado y, al mismo tiempo, real, mejor.

Sasha Grey no es la primera actriz porno que se ha atrevido a dar el salto al cine convencional, pero quizás sea la que mejor lo ha asumido. Antes de ponerse a las órdenes de Soderbergh, ya había colaborado con los Smashing Pumkins en la sesión de fotos del disco Zeitgeist y el videoclip Superchrist, y con el grupo The Roots, en el clip Birthday Girl. También puede escucharse su voz como artista invitada en canciones de Lee Perry y Current 93. Ella misma, en colaboración con el músico Pablo St. Francis, ha grabado un vinilo para la discográfica neoyorquina Pendu Sound (el dúo se hace llamar ATelecine y practica una especie de electrónica experimental rarita). Fotógrafos como Terry Richardson y Richard Kern la han utilizado como modelo. En el cine, ha intervenido también en una de terror, Smash Cut, de Lee Demarbre, y en una indie, Quit, de Dick Rude.

—Si funciona The Girlfriend Experience ¿vas a pasarte al cine convencional?
—No. Voy a seguir haciendo porno unos cuantos años más. Es lo que me gusta. Es lo que sé hacer bien. Es mi profesión. Todo lo demás, el cine convencional, la música, la fotografía, es algo que va y viene. Me gusta, pero no le doy demasiada importancia. Mi cuerpo es mi arte, y esa es la herramienta que uso para ganar dinero.

—Cómo es el personaje que interpretas en The Girlfriend Experience.
—Es una prostituta de lujo. Una call-girl. Cobra 10.000 dólares la noche. Los clientes le pagan para que ella les trate como si fuese su novia. Les da una “experiencia de novia”, literalmente. No es sólo sexo. De hecho, ella sobre todo escucha lo que le cuentan sus clientes. Para preparar el papel, conocí a algunas chicas que se dedican a eso. Casi todo lo que sale en la película está basado en anécdotas reales, pero improvisamos mucho los diálogos. Al principio, Steven pensaba incluir escenas de sexo real, pero luego decidió que no eran necesarias.

—¿Por qué tú y no una actriz convencional?
—Supongo que por mi soltura al hablar de sexo delante de las cámaras.

—¿Te pareces en algo al personaje de la película?
—Para ella, lo más importante es el dinero. El sexo es un asunto secundario. Apenas piensa en ello. Yo no soy así. Para mí, el sexo es lo primero. Con mi actitud positiva en el porno quiero influenciar a las chicas jóvenes. Quiero que las mujeres se sientan bien con su propia sexualidad. La imagen de la mujer en el porno está muy deteriorada. A mí me gustaría cambiarla.

—¿Hay algún mensaje oculto en The Girlfriend Experience?
—Me gusta lo que dice Steven sobre el tema central de la película. Él opina que, en la vida, todo es transacción. No importa quién seas ni a qué te dediques, siempre te relacionas con los demás a través de transacciones. Que lo diga alguien que no trabaja en el porno, a mí me parece muy interesante.

foto de richard kern

Fantástico Sr. Fox

Fantástico Sr. Fox

Hoy, viernes, 23 de abril de 2010, en el suplemento Metrópoli del diario El Mundo, publico este textito informativo sobre Fantástico Sr. Fox. ¡La película del año!

Wes Anderson ha dirigido Academia Rushmore, Una familia de genios, Life Aquatic y Viaje a Darjeeling, cuatro de las comedias más personales del reciente cine independiente norteamericano. Fantástico Sr. Fox, su quinto largometraje, inspirado por un cuento de Roald Dahl, no se aleja demasiado del tono coral y excéntrico que caracteriza a estos ilustres precedentes, aunque el hecho de ser una película de animación protagonizada por marionetas pueda despistar a más de dos.

El film describe las peripecias domésticas y las andanzas delictivas de Fox, un zorro con mucho carisma, que no puede (o no quiere) reprimir sus instintos básicos. En su juventud, Fox se dedicaba a asaltar granjas para robar gallinas. Ahora que ya se ha convertido en un zorro maduro, felizmente casado y padre de un hijo, se gana la vida ejerciendo el periodismo de opinión.

Seducido por un anuncio, Fox decide instalarse con su familia en una casa carísima construida en un árbol situado a muy poca distancia de tres granjas opulentas. El viejo zorro no tarda en sentirse irremediablemente atraído por las riquezas almacenadas en los graneros de sus vecinos. Muy pronto, comienza a saquearlos sin piedad, poniendo en peligro a familiares y amigos.

El libro Fantastic Mr. Fox (titulado en España El Superzorro) se publicó originariamente en 1970, con ilustraciones de Donald Chaffin, y no ha dejado de reeditarse desde entonces. “Lo leí siendo un niño —recuerda el realizador Anderson—. Fue el primer libro de Dahl que cayó en mis manos. Y también el primer libro de mi propiedad. Me encantó el personaje de Mr. Fox, esa especie de animal heroico y ligeramente vanidoso".

Anderson trató de adquirir los derechos de adaptación al cine de Fantastic Mr. Fox en 2001, sin demasiado éxito. Tres años más tarde, se entrevistó con la viuda de Dahl y llegó a un acuerdo con ella. El propio Anderson, junto a su colaborador habitual Noah Baumbach (director de Una historia de Brooklyn), redactó la primera versión del guión en Gipsy House (Buckinghamshire, Inglaterra), la casa de campo del escritor, rodeado de fetiches y manuscritos originales.

“Dahl era un hombre muy interesante, con muchos matices —observa Anderson—. Vivimos una temporada en su casa mientras escribíamos y muchos detalles de su vida se vieron reflejados en nuestra historia y en el personaje de Mr. Fox. Probablemente, Mr. Fox era una traslación en animal del propio Dahl”.

En la versión original en inglés, George Clooney se encarga de prestar su peculiar voz al Sr. Fox (atentos a su silbidito y chasqueo de lengua). Su equilibrada y responsable esposa, Felicity, está doblada por Meryl Streep. Bill Murray interpreta al tejón Badger, abogado y amigo del protagonista. Al hijo acomplejado de Fox, Ash, lo dobla Jason Schwartzman. Willem Dafoe da vida a la rata malvada Rat, y Eric Anderson, hermano pequeño del director, interpreta al sobrino de Fox, el adolescente superdotado Kristofferson.

Fantástico Sr. Fox se rodó desde junio de 2008 a junio de 2009, en los Estudios Three Mills, al este de Londres. Las escenas de animación se filmaron utilizando la técnica tradicional del stop-motion (fotograma a fotograma), bajo la supervisión de Mark Gustafson (autor del corto de culto Mr. Resistor). La empresa británica MacKinnon y Saunders construyó las marionetas articuladas. Tristan Oliver (Chicken Run) fue el director de fotografía. En la banda sonora, suenan temas de Beach Boys, Rolling Stones y Jarvis Cocker, excantante de Pulp.

ROALD DAHL Y EL CINE . El escritor galés de origen noruego Roald Dahl tuvo una vida de cine. Nació el 13 de septiembre de 1916, en un pueblecito de Cardiff. Durante la segunda guerra mundial, fue piloto de la RAF y sufrió un grave accidente. Estuvo tres décadas casado con la actriz Patricia Neal, con quien tuvo cinco hijos. Inventó una válvula para aliviar los dolores de los enfermos de hidrocefalia. Sus primeros textos de ficción se publicaron a principios de los años 40. Se hizo famoso escribiendo relatos de terror y suspense para adultos y cuentos fantásticos y humorísticos para niños. Muchos de estos últimos han sido adaptados al cine: Un mundo de fantasía (1970), La maldición de las brujas (1989), James y el melocotón gigante (1996), Mathilda (1996), Charlie y la fábrica de chocolate (remake de Un mundo de fantasía dirigido por Tim Burton en 2005). En los 60, escribió guiones para las teleseries La hora de Alfred Hitchcock y Tales of the Unexpected. También adaptó para la gran pantalla dos novelas de Ian Fleming: Sólo se vive dos veces (1966), con Sean Connery encarnando a James Bond, y Chitty Chitty Bang Bang (1968), la del coche volador. Murió en 1990.

Alicia en el país de las maravillas

Alicia en el país de las maravillas

Hoy, viernes, 16 de abril de 2010, publico este textito informativo sobre Alicia en el país de las maravillas en el suplemento Metrópoli del diario El Mundo. ¡Qué mala es! ¡Peor que El planeta de los simios!

Tim Burton ya tiene su propia versión de Alicia en el País de las Maravillas. Sólo era una cuestión de tiempo. Los universos fantásticos del escritor matemático Lewis Carroll y del alucinado realizador de Eduardo Manostijeras guardan no pocas similitudes. “Es un clásico imperecedero —afirma Burton—. Un libro que sigue tan vivo ahora como cuando se publicó, a mediados del siglo XIX. Produce una extraña fascinación en el lector. Probablemente, porque está repleto de personajes raros y situaciones inverosímiles que se pueden interpretar o malinterpretar de muchas formas distinas. Personalmente, me interesa más por lo que sugiere que por lo que cuenta”.

La película de Burton se aleja bastante de la popular versión en dibujos animados de 1951, aunque ambas han sido producidas por la Disney. La versión animada era más infantil, alegre y disparatada que la que ahora aterriza en nuestras pantallas. “Ninguna de las adaptaciones cinematográficas o televisivas que se han hecho hasta ahora del libro de Carroll me gusta demasiado —explica el director—. Con mi versión, he tratado de respetar el fondo del original literario, pero cambiando mucho el desarrollo de la historia. Mi Alicia no es exactamente la Alicia de los libros. Es más gótica, más retorcida y más punk”.

El guión de esta nueva versión en cine de Alicia en el País de las Maravillas lleva la firma de Linda Woolverton, autora de las adaptaciones de La Bella y la Bestia y El Rey León, dos de los mayores éxitos de la Disney. Experta en pedagogía infantil y teatro musical para niños, su libreto describe lo que le sucedería a una Alicia de diecinueve años, que está a punto de convertirse en una mujer adulta, si visitase el País de las Maravillas con el que soñaba siendo una niña (y que quizás ya visitó entonces, aunque no lo recuerde).

“Esta Alicia no es una niña caprichosa y tonta —se defiende Burton—. No va por ahí abriendo mucho la boca y los ojos cada vez que se encuentra con una criatura fantástica. No. Esta Alicia es una jovencita seria, inteligente y rebelde, que no está dispuesta a seguir las reglas impuestas por la sociedad. El País de las Maravillas que ella visita es, en realidad, un mundo subterráneo y terrible que se ha echado a perder por culpa de una reina loca de envidia. Los habitantes de ese país necesitan que Alicia les ayude a recuperar su antiguo esplendor”.

Burton eligió a Mia Wasikowska, la joven actriz australiana que interpreta en la pantalla a Alicia, “por su seriedad, su talento nada histriónico y su tranquilizadora belleza”. Wasikowska, que ahora mismo se encuentra rodando una nueva versión cinematográfica de Jane Eyre, superó en los castings a actrices más conocidas y reconocidas, como Lindsay Lohan, Amanda Seyfried o Anne Hathaway. Esta última rechazó el papel por considerarlo demasiado parecido a otros que había interpretado anteriormente, pero, como no quería perderse la oportunidad de trabajar a las órdenes de Burton, aceptó encarnar a la Reina Blanca, un personaje hecho a medida. “Es una princesa de cuento —explica Hathaway—. Lleva un vestido blanco precioso, ceñido a la cintura. Lo que pasa es que también va maquillada como una rockera chiflada y cocina pócimas con dedos cortados de muerto”.

Johnny Depp, en su séptima colaboración artística con Burton, interpreta el papel del Sombrerero Loco. “Pero no es un Sombrerero Loco como los de las anteriores películas —afirma el actor—. Éste posee una personalidad más compleja. Está traumatizado por el pasado. Quizás se volvió loco realmente por trabajar con mercurio en las manos fabricando sombreros. Yo mismo diseñé parte de su aspecto exterior. Hice algunos dibujos que le gustaron a Tim (Burton), y luego él añadió cientos de retoques. Mis ojos son más grandes de lo normal y de un color verde bastante inquietante”.

La actriz británica Helena Bonham Carter, esposa de Burton y madre de sus dos hijos, encarna a la malvada Reina Roja, un personaje con pésimos modales y una cabeza gigantesca. El extravagante actor Crispin Glover se encarga de dar vida a Stayne, la Jota de Corazones, un caballero negro con espada y largas, larguísimas piernas. Los gemelos Tweedledum y Tweedledee (Patachunta y Patachún, según algunas traducciones al castellano de los libros de Carroll) tienen la cara del actor cómica Matt Lucas (Little Britain).

Todos estos actores tuvieron que actuar delante de un telón de color verde. Después, los técnicos en efectos especiales, supervisados por Ken Ralston (uno de los fundadores de la compañía Industrial, Light & Magic de Georges Lucas), añadían los decorados y los demás personajes enteramente generados por ordenador, como la Liebre de Marzo o el monstruo Jabberwocky.

Las secuencias de acción real que Alicia vive en el mundo real con las que se inicia la película se rodaron en Cornualles, Inglaterra. Mientras que las escenas de acción real que tienen lugar en el País de las Maravillas se rodaron en platós con un fondo de pantalla verde en los estudios Culver City Studios de Los Ángeles.

Exposados

Exposados

Hoy, viernes, 9 de abril de 2010, publico este textito informativo sobre Exposados en el suplemento Metrópoli del diario El Mundo. Jennifer Aniston no es la misma sin su nariz de tulipán.

No hace mucho, Jennifer Aniston, la inolvidable Rachel de Friends, se retocó la nariz en un quirófano, perdiendo de golpe buena parte de su encanto. Por fortuna para ella, y para sus fans más incondicionales, eso no le ha impedido seguir protagonizando comedias románticas que funcionan bastante bien en taquilla. Después de lucir palmito y derrochar simpatía en Como Dios, Y entonces llegó ella, Separados y Una pareja de tres, ahora encabeza el reparto de Exposados, formando pareja con el rudo pero sensible Gerard Butler.

Escrita por Sarah Thorp y dirigida por Andy Tennant, Exposados describe las peripecias de un matrimonio roto que no acaba de romperse nunca. Ella es Nicole Hurley (Aniston), una temeraria periodista del Daily News que está empeñada en destapar un feo asunto de corrupción policial con crimen disfrazado de suicidio incluido. Él es Milo Boyd (Butler, 300, La cruda verdad), un exagente con deudas de juego que sobrevive como puede ejerciendo de cazarrecompensas a sueldo. En su día, Nicole y Milo estuvieron felizmente casados, compartiendo investigaciones y resolviendo casos pequeños, hasta que el amor se convirtió en odio.

Por cosas del azar, a Milo le encargan la misión de localizar a su exposa, arrestarla y entregarla a la justicia. Al parecer, la chica se ha saltado un juicio y se encuentra en situación de busca y captura. “Para Milo, esta es la ocasión perfecta para vengarse de Nicole —explica el director, Tennant—. Él piensa que ella es la culpable de todas sus desgracias. No se da cuenta de lo mucho que la sigue queriendo, en el fondo. Y lo mismo pasa con Nicole, que ha triunfado profesionalmente pero no es feliz”.

De Nueva York a Atlantic City y de Atlantic City a Nueva York, Milo y Nicole juegan al gato y al ratón durante unos días, hasta que no les queda más remedio que reconciliarse y apoyarse el uno al otro para poder hacer frente a los asesinos y matones mafiosos que tratan de eliminarles.

En la trama, enrevesada y vertiginosa cuando corresponde, también intervienen otros personajes secundarios de peso: Stewart (Jason Sudeikis, del programa televisivo Saturday Night Live) es el compañero de trabajo de Nicole, enamorado hasta las trancas de ella; Irene (Cathy Moriarty) es la implacable corredora de apuestas que le pisa los talones a Milo; Kitty (Christine Baranski, Mamma Mia!) es la excéntrica madre de Nicole, una artista de cabaret que actúa en casinos, y Sid (Jeff Garlin) es el estresante jefe de Milo.

“La película es un viaje repleto de sorpresas —afirma Tennant—. Es una comedia romántica, sí, pero con muchas escenas de acción. Los protagonistas corren, saltan, se pelean y conducen vehículos diversos a toda velocidad. Uno de estos vehículos es un precioso descapotable azul cielo, al que yo considero otro personaje más”.

Exposados se rodó en Atlantic City y Nueva York, en localizaciones situadas en barrios emblemáticos de la Gran Manzana, como Queens, Brooklyn, West Village, Yonkers, Rockaway y Long Island. “No es el Nueva York de siempre —señala Tennant—. Aquí salen sitios en los que nunca se había filmado ninguna película antes”.

La química cómica y sensual entre Jennifer Aniston y Gerard Butler se ha convertido en el reclamo principal del film. Según el director, “forman una pareja ideal. Yo soy fan de los dos. Jennifer es una reina de la comedia y una mujer preciosa. Gerard es un tipo camaleónico, capaz de compaginar el cine de acción y el humor más disparatado. En Exposados, sus personajes no dejan de pelearse constantemente, pero el espectador sabe desde el principio que están hechos el uno para el otro. Ese era el reto”.

ESPECIALISTA EN MOVIDAS ROMANTICAS.
A Andy Tennant le va la marcha. Con Exposados, son ya siete las películas de risa y acción trepidante que ha dirigido. Comedias románticas todas ellas, caracterizadas por estar protagonizadas por personajes en perpetuo movimiento, que se aman o se odian con idéntico empecinamiento y acaban sumidos sin querer en tramas delictivas rocambolescas. En Sólo los tontos se enamoran, Matthew Perry (de Friends) y Salma Hayek superan sus diferencias de clase y nacionalidad. En Ever After, Drew Barrymore es una Cenicienta que se codea con Da Vinci. En Ana y el Rey, Jodie Foster conquista a un monarca asiático. En Sweet Home Alabama, la pizpireta Reese Witherspoon vuelve al pueblo para reenamorarse de su primer novio. En Hitch: Especialista en ligues, el seductor profesional Will Smith ayuda a un freak a enrollarse con Eva Mendes. Y en Como locos... a por el oro, Matthew Perry y su esposa Kate Hudson se pelean por una herencia.

Furia de Titanes

Furia de Titanes

El pasado viernes 2 de abril publiqué este textito informativo sobre Furia de Titanes en el suplemento Metrópoli del diario El Mundo. A mí, lo de las gafas de 3D, no me convence.

Perseo es un héroe de la mitología griega. Por su condición de hijo natural de Zeus, rey de todos los dioses del Olimpo, y de Dánae, una jóven humana de linaje real, se le considera un semidios. Su hazaña más conocida fue la de enfrentarse, con éxito, a Medusa, la gorgona que petrificaba a cualquier ser viviente (de género masculino) que se atreviese a mirarle directamente a los ojos.

Como personaje cinematográfico, Perseo ha aparecido en una docena larga de películas. El actor Harry Hamlin lo encarnó en Furia de Titanes, una superproducción de 1981 dirigida por Desmond Davis según un guión de Beverley Cross. Aquel film supuso el último trabajo importante de Ray Harryhausen, el genio de los efectos especiales 'hechos a mano'. A pesar de lo anticuado de su estética y lo disparatado de su premisa argumental, la película funcionó en taquilla y sedujo a varias generaciones de futuros cinéfagos.

Uno de los niños que alucinó viendo Furia de Titanes, versión 1981, fue el parisino Louis Leterrier. El mismo que se ha encargado de dirigir el flamante remake en 3-D, también titulado Furia de Titanes, que ahora aterriza en nuestras carteleras. Descubierto y apadrinado por Luc Besson, el pope del cine comercial francés, Leterrier se ha especializado en productos de acción vertiginosa y montaje entrecortado. En su filmografía figuran pelotazos como Danny the Dog, Transporter 2 y El increíble Hulk.

“La primera Furia de Titanes es una de mis películas favoritas de todos los tiempos —afirma Leterrier—. Cuando me ofrecieron hacer un remake, no podía creermelo. Salté literalmente de alegría. De niño, me fascinaron los personajes mitológicos, las criaturas fantásticas y las situaciones insólitas que se recreaban en la gran pantalla. Para mí, ha sido un auténtico reto encargarme de esta nueva versión”.

Tres guionistas firman el guión del remake de Furia de Titanes. Uno de ellos es Travis Beachman, también fan fatal del film original, que lleva trabajando en el proyecto desde 2006, cuando se suponía que Lawrence Kasdan o Steven Norrington se encargarían de dirigirlo. Los otros dos guionistas son la pareja formada por Phil Hay y Matt Manfredi, autores de la adaptación cinematográfica de la teleserie animada Aeon Flux.

“Hemos recreado la historia de Perseo de una forma muy personal —afirma Beachman—. Nos inspiramos en el mito original, evidentemente, pero reinterpretándolo de arriba a abajo. Lo bueno de los mitos es que permiten distintas lecturas. Nuestro Perseo no acepta su condición de héroe con origen divino. Quiere ser un hombre corriente. Luchar como un hombre corriente. Ese es su dilema personal. Por otro lado, los dioses se han dado cuenta de que cada vez tienen menos importancia. Que las criaturas que ellos crearon, los hombres, se están rebelando contra su condición. Si nadie cree en ellos, los dioses corren el peligro de desaparecer”.

El actor inglés crecido en Australia Sam Worthington, protagonista de Terminator Salvation y Avatar, encarna en Furia de Titanes al atribulado Perseo. Abandonado siendo un niño, ha sido educado por unos pescadores, ajeno a lo que se cuece en el Olimpo, el hogar de los dioses. Allí, su auténtico padre, Zeus (Liam Neeson, La lista de Schindler), se deja enredar por las malas artes de su hermano infernal, Hades (Ralph Fiennes, El paciente inglés), y decide darles un escarmiento a los habitantes de la ciudad de Argos por su falta de respeto.

Perseo sale en defensa de los hombres y mujeres de Argos. Para evitar que la princesa comprometida Andrómeda (Alexa Davalos, Las crónicas de Riddick) sea sacrificada al monstruo marino Kraken, emprende un peligroso viaje repleto de pruebas difíciles de superar. Cuenta con el apoyo de su particular ángel de la guarda, la pneumática musa Io (Gemma Artenton, Quantum of Solace), y del experto guerrero Draco (Mads Mikkelsen, Casino Royale). Por el camino, luchará contra escorpiones gigantes, arpías y brujas. También se enfrentará a Calibos (Jason Flemyng, El curioso caso de Benjamin Button), un rey transformado en bestia, y le cortará la cabeza a la gorgona Medusa (la top-model Natalia Vodianova).

“Aunque no rodamos en 3-D, diseñé muchas de las tomas con ese estilo visual en mente —explica Leterrier—, haciendo que las enormes criaturas llegaran al espectador en unas imágenes fantásticas. Esta versión de Furia de Titanes presenta una mitología griega del año 2010. Es una gran película de aventuras que habla también de la familia, la lealtad y el destino. Y es grande porque el mundo de la mitología griega es grande. Los monstruos son los más grandes que se hayan visto nunca en el cine. Y no hay sólo dos o tres, sino que aparecen doce criaturas diferentes. Es un nuevo mundo, un mundo nunca antes visto, y creo que el público disfrutará de una experiencia verdaderamente memorable”.

Furia de Titanes se rodó en Inglaterra, Gales, Islandia, Etiopía y España (más concretamente, en el Parque Nacional del Teide, en Tenerife; las dunas de Maspalomas, en Gran Canaria, y diversas localizaciones de Lanzarote).

Brothers

Brothers

Hoy, viernes, 19 de marzo de 2010, publico este textito informativo sobre Brothers en el suplemento Metrópoli del diario El Mundo. Otro telefilm insulso disfrazado de largometraje para adultos.

Hace cinco años, un veterano productor islandés afincado en Hollywood, Sigurjon Sighvatsson, se quedó prendado de una película danesa titulada Brodre. Coescrita por Anders Thomas Jensen y Susanne Bier, y dirigida por ésta última, el film describía un drama familiar con trasfondo bélico, en un tono intimista y comprometido muy interesante. “Era una historia sobre las consecuencias de la guerra —señala Sighvatsson—. Sobre cómo las guerras también hacen daño a las personas que viven lejos del frente. Me recordó a algunas películas de los años setenta como El regreso, de Hal Ashby, o El cazador, de Michael Cimino, en las que se hablaba del efecto devastador que tuvo la guerra de Vietnam sobre algunos soldados norteamericanos”.

Brothers, que ahora llega a nuestras pantallas, es la versión americanizada de Brodre. La coproduce Sighvatsson, en asociación con otros productores yanquis, y la dirige un irlandés, Jim Sheridan, especializado en psicodramas con sabor a Oscar, como Mi pie izquierdo o En el nombre del padre. “Jim sabe sacar lo mejor de cada intérprete —afirma Sighvatsson—. Posee un talento excepcional para la dirección de actores. Los protagonistas y los secundarios de sus películas siempre ganan premios”.

En Brothers, que cuenta con un reparto tremendamente atractivo, Natalie Portman (Closer) se mete en la piel de Grace Cahill, una joven esposa de soldado y madre de dos niñas encantadoras, que vive en un típico barrio residencial de clase media. Su marido es Sam Cahill (Tobey Maguire, Spider-Man), un tipo responsable, admirado por sus vecinos, que se siente orgulloso de servir en el ejército. Sam tiene un hermano menor, Tommy (Jake Gyllenhaal, Brokeback Mountain), rebelde por naturaleza, que siempre está metiéndose en líos.

El padre de Sam y Tommy es el señor Hank Cahill (Sam Shepard, Elegidos para la gloria), un veterano de Vietnam autoritario y chapado a la antigua, casado en segundas nupcias con Elsie (Mare Winningham, Georgia), una mujer dulce y comprensiva.

La trama de Brothers se pone en marcha cuando Tommy, el pequeño de los hermanos Cahill, sale de la cárcel. Sam, su hermano mayor, debe partir hacia Afganistán para cumplir una misión de la ONU, y le pide a Tommy que cuide de su esposa y sus dos hijas. Mientras Tommy va adaptándose, poco a poco, a la vida civil, Sam las pasa canutas en los desiertos afganos.

Después de que su marido sea declarado oficialmente desaparecido en combate, Grace trata de rehacer su vida en compañía de Tommy. Ambos descubren que se gustan mucho, y pasa lo que tiene que pasar. Meses más tarde, sin previo aviso, Sam regresa por sorpresa de Afganistán, profundamente traumatizado por sus experiencias militares.

“Brothers no es una película de guerra —afirma Jim Sheridan, el director—. Una parte de la historia transcurre en el campo de batalla, sí, pero no es un película de guerra. El conflicto no está en Afganistán, sino en casa. Resulta fascinante el proceso de cambio que experimentan los dos hermanos a lo largo del metraje. El hermano mayor, el bueno, por culpa de la guerra, pierde los papeles, mientras que el hermano menor, la oveja negra, se transforma en un excelente sustituto de padre y marido”.

Para preparar su papel, Tobey Maguire visitó dos academias militares: la de Pendleton, en California, y la de la Guardia Nacional, en Nuevo México. La película se rodó en diversas localizaciones de Nuevo México. Las colinas de Abiquiu y Zia Pueblo sirvieron de escenario para las secuencias ambientadas en Afganistán. Frederick Elmes, director de fotografía de Terciopelo azul y Corazón salvaje, de David Lynch, se encargó de la imagen del film. “La primera parte de la película es muy luminosa —explica Elmes—. Las escenas de Afganistán son más crudas, más realistas. Cuando Sam regresa a casa, la fotografía se oscurece”.

El director Jim Sheridan, que se formó en el mundo del teatro, optó por filmar el guión escrito por David Benioff (Cometas en el cielo, Troya) en orden cronológico, para facilitarles la labor a los tres actores protagonistas. “Jake Gyllenhaal es un actor que va por libre —señala Sheridan—. Intenta encontrar el punto de autenticidad en cada escena. Natalie Portman lo tiene muy claro desde el principio y no pierde la concentración. Tobey Maguire siempre trata de controlarlo todo, pero también es capaz de dejarse ir si hace falta, y en esta ocasión no le quedó más remedio que hacerlo”.

Para Natalie Portman, interpretar a Grace le ha supuesto dar un giro a su carrera que ella considera muy enriquecedor. “Estaba deseando hacer de madre y esposa —afirma la actriz—. Alejarme un poco de los papeles de chica jovencita y sin experiencia que me suelen ofrecer. Grace es una mujer muy joven, pero que sabe lo que quiere. Ha elegido una tipo de vida difícil: estar casada con un militar no es algo que todo el mundo pueda hacer. Sabe controlar sus sentimientos. Sus reacciones no son irracionales”.

También para Jake Gyllenhaal, su personaje ha supuesto un desafío interpretativo. “Tommy es un tío condenado a ser un perdedor —señala el actor—. Siempre ha sido el segundón. Ha vivido a la sombra de su hermano mayor. Responsabilizarse de su cuñada y sus hijas le hace cambiar. Descubre que no es un inútil. Siempre resulta agradable interpretar un papel de este tipo. Te sube los niveles de autoestima”.

Millennium 3

Millennium 3

El pasado viernes, 5 de marzo de 2010, publiqué este textito informativo sobre Millennium 3: La Reina en el palacio de las corrientes de aire en el suplemento Metrópoli del diario El Mundo. La película me parece un telefilm sin interés. Últimamente, todas las películas que veo me parecen telefilmes sin interés.

Lisbeth Lasander regresa a las pantallas grandes. La hacker lésbica con look de punkette de pasarela (y presunta triple asesina sin escrúpulos) más buscada y rebuscada de la ficción criminalista escandinava de los últimos años, vuelve a las salas de estreno para cumplir su venganza. Este curioso personaje, encarnado en el cine por la actriz de origen español Noomi Rapace, se ha convertido por méritos propios y ajenos en un icono de la serie negra neomilenarista. Ella es la auténtica protagonista de las tres películas basadas en las tres novelas del difunto escritor sueco Stieg Larsson que conforman la saga original de Millennium.

La primera y la segunda de estas películas aterrizaron en nuestras carteleras en 2009. Ahora le toca el turno a la tercera y definitiva, Millennium 3: La Reina en el palacio de las corrientes de aire, que es la continuación directa de la anterior, Millennium 2: La chica que soñaba con una cerilla y un bidón de gasolina. A diferencia del primer capítulo fílmico de la trilogía, Los hombres que no amaban a las mujeres, dirigido por Niels Arden Oplev, que se rodó con la intención de estrenarse directamente en los cines, tanto Millennium 2 como Millennium 3 formaban parte, en un principio, de un proyecto común destinado a la explotación televisiva. Por eso, ambos films comparten estética audiovisual, tono dramático y ritmo narrativo, además de contar con el mismo realizador: Daniel Alfredson.

Alfredson, que es hermano de Tomas Alfredson, el aclamado director del thriller vampírico Déjame entrar, estuvo al frente del equipo de segunda unidad en Los hombres que no amaban a las mujeres antes de encargarse personalmente de las dos continuaciones oficiales. “Las rodamos del tirón —explica Daniel—. Una detrás de la otra. Con los mismos actores y técnicos. En las mismas localizaciones. En las secuelas, al igual que sucede en las novelas de Larsson, le damos un mayor protagonismo al personaje femenino de Lisbeth. Contamos SU historia secreta”.

La trama de Millennium 3 arranca justo en el punto álgido donde la dejó Millennium 2. La pirata informática Lisbeth Salander (Noomi Rapace) se encuentra malherida. Han tratado de enterrarla viva con una bala en la cabeza. Su némesis, el archivillano ruso Alexander Zalachenko (Georgy Staykov), tampoco está como para tirar cohetes. Los dos ingresan en el mismo hospital. Por suerte o por desgracia, la chica acaba en manos de la justicia. Cuando se recupere de sus múltiples traumatismos, tendrá que enfrentarse a un tribunal, acusada de varios asesinatos.

En medio de una tormenta mediática orquestada desde las altas esferas suecas por políticos y policías corruptos, el periodista Mikael Blomkvist (Michael Nyqvist) trata de encontrar pruebas que demuestren la inocencia de su amiga Lisbeth. Poco a poco, el oscuro pasado de la hacker sale a relucir, involucrando a un montón de personajes secundarios en un embrollo sociopolítico, sadomasoquista y consanguíneo de lo más morboso.

“La primera película contaba una historia autoconclusiva —afirma Alfredson—. Se investigaba un crimen que había sucedido en el pasado. Las secuelas, en cambio, desarrollan una historia actual, contemporánea. Tanto Lisbeth como Blomkvist están metidos en ella hasta el cuello. Son películas más crudas, más violentas, más comprometidas. Y también más directas. Pegan donde más duele”.

El reparto de esta tercera parte incluye a muchos actores y actrices que trabajaron en las anteriores entregas de la saga. El actor griego Michalis Koutsogiannakis retoma el papel de Dragan Armanskij, el exjefe y consejero íntimo y profesional de Lisbeth. Otro que repite papel es Johan Kylén, interpretando al íntegro inspector de policía judío Jan Bublanski. La actriz sueca Lena Endre encarna de nuevo a Erika Berger, editora de la revista Millennium (y amante de Blomkvist). El también sueco Anders Ahlbom se mete una vez más en la piel del Dr. Peter Teleborian, psiquiatra personal de Lisbeth durante su estancia en un centro para enfermos mentales. Annika Hallin sigue siendo Annika Gannini, hermana de Blomkvist y abogada de Lisbeth, y Tanja Lorentzon hace lo propio con la inspectora de policía Sonja Modig.

Entre los personajes nuevos que intervienen por primera vez en la trama 'millennaria' conviene destacar a Monica Figuerola, inspectora del Departamento de Protección Constitucional, interpretada por Mirja Turestedt, y Evert Gullber, exdirector de la Policía Secreta Sueca (la misteriosa Säpo), papel que saca adelante el propio padre del director de la película, Hans Alfredson.

“El auténtico desafío de esta tercera parte era que todo quedase bien explicado —señala el realizador—. Las novelas de Larsson están repletas de pequeños detalles. Algunos, muy significativos. No queríamos dejar nada fuera. Queríamos recrear con fidelidad toda la red de mentiras, montajes y abusos descrita en el texto. Lo que sucede alrededor de Lisbeth es tremendamente complejo. En la película se tocan temas que nos competen a todos, como ciudadanos y como seres humanos. El mensaje está claro: hay que luchar contra las injusticias”.

Las tres adaptaciones cinematográficas oficiales de los best-sellers novelescos de Larsson se rodaron en los meses de febrero, marzo, abril y mayo de 2008, con un presupuesto aproximado de 12 millones de euros. Millennium 3: La Reina en el palacio de las corrientes de aire se filmó en diversas localizaciones de Gotemburgo y Estocolmo. Del guión se encargaron Jonas Frykberg y Ulf Ryberg. La dirección de fotografía fue cosa de Peter Mokrosinski. El diseño de producción lleva la firma conjunta de Jan Olof Agren y Maria Haard.

“Para convertirme en Lisbeth —señala la actriz Noomie Rapace—, traté de disimular mi lado femenino y sensible detrás de una fachada dura y cabezota. Me preparé a fondo. Empecé a practicar artes marciales, adelgacé, me teñí y me corté el pelo, me vestí como un chico, me dejé hacer varios piercings... Luego, a medida que fui interpretando al personaje delante de las cámaras, también traté de humanizarlo un poco. En esta tercera parte de la saga, Lisbeth es más adulta, más interesante, más rica en matices”.

LZN: El hombre-lobo, de Joe Johnston

LZN: El hombre-lobo, de Joe Johnston

Ya se ha explicado antes en muchas partes: esta película es un collage de piezas sueltas. En su elaboración han metido la zarpa demasiadas personas. Joe Johnston, el director, no es el único responsable del desastre. En realidad, el desastre de El hombre-lobo es como uno de esos desastres anónimos, colectivos y fuenteovejunos de la historia del cine, que en el pasado dieron lugar a monumentos del catacroc creativo del calibre de Cleopatra. Evidentemente, El hombre-lobo no tiene tanto empaque de culto como Cleopatra, porque ni Benicio del Toro es Elizabeth Taylor ni los efectos especiales generados por ordenador cuestan tanto ahora como en su día costaron los de cartón piedra de la biopic de la reinona de Egipto. Los defectos de El hombre-lobo son más de estar por casa. Por ejemplo, que la historia tenga que ponerse en marcha con una especie de trailer explicativo acompañado de voz en off. Que Del Toro deambule de aquí para allá con esa expresión abotargada de los que beben alcohol desde que se levantan hasta que se acuestan. Que, en los planos generales, la bestia peluda parezca un muñeco de goma que rebota contra los elementos supuestamente sólidos de un decorado virtual. Todo eso era de esperar. A mí lo que me solivianta la fibra cinéfaga es que la película se pierda por el camino varias veces (el episodio del manicomio, las charletas padre/hijo), que no aproveche su vena, venita erótica (ay, el plano hipercercano de Del Toro mirándole el escote y la boca a la mullidita Emily Blunt), y que, en suma, no se tome demasiado en serio su esencia gótica al más puro estilo de la Universal (presente en los créditos y en las escenas de catacumba). Le falta pasión de autor a este encargo descabezado. Claro que, por otra parte, me divierten estos (y otros) patinazos. Disfruto tratando de poner orden entre tanto desconcierto. Y al final, salgo del cine con la sonrisa puesta: licántropo perdido.

LZN: Un tipo serio, de los hermanos Coen

LZN: Un tipo serio, de los hermanos Coen

Ya lo he dicho antes, pero repito que: LZN es La Zona Negativa. Bajo este epígrafe colgaré críticas cascarrabias de películas recientes. La crítica negativa me atrae. Creo que puede ser tan útil, o más, que la positiva. Cualquier película merece una crítica negativa. Yo voy a intentar cagarme en todas las películas que vea. Por puro ejercicio de estilo.

Hace muchos años, un famoso cineasta español me describió la reacción que tuvo David Trueba después de ver un episodio de la teleserie animada Ren y Stimpy. David sonrió y dijo: “Es interesante”. ¡ES INTERESANTE! En vez de darse de cabezazos contra la pared poseído por la risa floja, dijo: “Es interesante”. 'Interesante' es la palabra que utilizan los norteamericanos progres cuando no entienden algo genial. 'Interesante' es la palabra que utilizan los chicos amables cuando describen a una chica fea. Pensando en todo esto, desde aquí me atrevo a afirmar que a David Trueba seguro que le gusta el cine de los hermanos Coen, porque lo que los hermanos Coen hacen mejor que nadie es, precisamente, cine interesante. Con la gracia en el culo, vamos.

Un tipo serio pertenece al subgénero coenático de las comedias interesantes. Comparte características formales y comicidad bajo cero con Barton Fink, El gran salto, El gran Lebowski, ¿Dónde estás, hermano?, Crueldad intolerable, El quinteto de la muerte y Quémese después de leerse. Lo que diferencia al último film de los Coen de todos sus parientes subgenéricos es la descomunal contundencia maniática de su sentido de humor. Dicho de otro modo: esta película supone el colmo de lo coenático. Es lo coenático elevado al cubo. Entre otras cosas, porque ésta también es su película más judiíta (como dirían en un episodio navideño de South Park).

El protagonista masculino de Un tipo serio sufre el maltrato indiscriminado de todos los demás personajes de la función. Los Coen describen su calvario con una frialdad quirúrgica. Se supone que nosotros, los espectadores enteradillos, tendríamos que reirnos viéndole pasarlas canutas. Pero no. Qué va. Para nada. Aquí pasa lo mismo que en Muertos de risa o Crimen ferpecto, de Alex de la Iglesia: que las hostias duelen y repelen, no generan distensión desternillante.

Luego está el tema de Lo Judío. Los Coen son judíos y se ríen de Lo Judío. Los judíos listos se ríen siempre de Lo Judío. Se ríen tanto, y en tantas películas, que todo lo que describen al respecto los Coen en la suya me provoca una molesta sensación de déjà vu. Ya me lo han contado. Y sin pedanterías de intelectual pagado de sí mismo. Mientras veía Un tipo serio, imaginaba un guión de Woody Allen transformado en una performance de poesía gestual en el hall del CCCB. ¡Brrr, qué miedo!

Termino igual que empecé: contando otra anécdota oscura de la historia del cine español reciente. Hace muchos años, los mismos que en el primer párrafo, al término de una cena amiguetil, Daniel Monzón, el laureado director de Celda 211, contó un chiste sobre un medico que golpeaba repetidamente a un niño recién nacido contra la pared. Lo hizo con tanta pasión, describiendo con precisión maniática cada detalle gore de mal gusto, que a los comensales se nos congeló la sonrisa en la cara y en la salita de estar se hizo un silencio sepulcral. Los Coen resultan, haciendo comedia interesante, como Monzón contando chistes sangrientos: antipáticos.

I'm Not There

I'm Not There

Hoy publico estos textitos informativos sobre I'm Not There, de Todd Haynes, en el suplemento Metrópoli del diario El Mundo.

La nueva película de Todd Haynes, el director de Velvet Goldmine, se titula I'm Not There (literalmente: 'No estoy aquí'). Se rodó en 2006 y se presentó oficialmente en el Festival de Venecia de 2007. Un año más tarde, una de sus protagonistas, Cate Blanchett, fue nominada al Oscar a la Mejor Actriz de Reparto. Ya iba siendo hora de que se estrenase en nuestras salas comerciales.

A medio camino entre la biografía fragmentada y el ensayo artístico, I'm Not There recrea los mejores y los peores momentos en la vida de un cantautor que se parece mucho a Bob Dylan. Algunos de estos chispazos biográficos están basados en hechos reales; otros, son totalmente inventados. Haynes, y su colaborador en la escritura del guión, Oren Moverman, proponen un retrato caleidoscópico de un artista cambiante, que se contradice a sí mismo, muchas veces reinventándose de arriba a abajo. Hasta seis actores distintos (siete, contando al narrador de la historia, que no es otro que Kris Kristofferson) encarnan en la gran pantalla a los clones mutantes de Dylan, incluidos un niño afroamericano de once años y una mujer.

Aunque se rodó enteramente en Montreal y sus alrededores, el film salta de Nueva York a Londres, de Londres a París, de París al Lejano Oeste, en una apasionante mezcla de estilos cinematográficos (Fellini, el Pop-Art, Peckinpah, Godard, el Free Cinema). La banda sonora incluye docenas de canciones de Dylan, interpretadas por él o por artistas como Tom Verlaine, Sonic Youth, Yo La Tengo y Calexico.

(Los 6 protagonistas de la película)

El niño
Marcus Carl Franklin, un niño afroamericano de 11 años, encarna al primer personaje dylaniano de I'm Not There. Es un chaval con espíritu chaplinesco, que viaja de un lado a otro con su guitarra, en compañía de vagabundos. Dice llamarse como su ídolo, el músico folk Woody Guthrie, y se entusiasma tocando en los porches de las casas con viejos bluesmen de sonrisa resplandeciente. Una mujer le aconseja que se ponga a cantar sobre los problemas actuales de la gente.

El bohemio
Christian Bale encarna a Jack, un cantautor bohemio del Greenwich Village neoyorquino, que se convierte, de la noche a la mañana, en líder de una generación de jóvenes hambrientos de libertad. Jack es un tío íntegro, socialmente comprometido y respetuoso con sus raíces folk. Una de sus madrinas musicales es Alice Fabian (Julianne Moore, disfrazada de Joan Baez). En su madurez, Jack decide cambiar de vida y unirse a un grupo de predicadores cristianos.

El actor joven
Heath Ledger es Robbie, el nuevo James Dean, un joven actor especializado en papeles de rebelde sin causa. La película que lo lanza a la fama se titula Grain of Sand, y está basada en la vida del cantautor Jack. Admirador de la poesía y la figura de Arthur Rimbaud, Robbie se casa con una pintora francesa, Claire (Charlotte Gainsbourg), y tiene dos hijos con ella. El matrimonio fracasa por culpa del carácter egocéntrico y nihilista del actor, que no es capaz de esquivar las tentaciones más simples.

La estrella del rock
La actriz Cate Blanchett cambia de sexo para interpretar a Jude Quinn, la versión eléctrica y desfasada del mito dylaniano. Jude es un músico provocador que cambia las guitarras acústicas por las eléctricas, enfureciendo a sus fans más folkies. Gana mucho dinero y vive rodeado de chupópteros. El ambiente en el que se mueve es similar al descrito por Fellini en 8 y medio: un sofisticado caos fiestero en blanco y negro.

El actor maduro
Richard Gere se mete en la piel de Billy, un actor maduro que está de vuelta de todo y vive (o se imagina viviendo) como un ermitaño, en las montañas, con su caballo y su perro. Todo lo que rodea a Billy parece sacado de películas como Pat Garrett & Billy the Kid, de Sam Peckinpah, o McCabe & Mrs. Miller, de Robert Altman.

El poeta maldito
Ben Whishaw (Grenouille en El perfume) encarna a Arthur, un ídolo del pop que está siendo entrevistado (o interrogado) por un montón de periodistas. Afirma llamarse Arthur Rimbaud, como el poeta francés que escribió Una temporada en el Infierno. Es un artista pagado de sí mismo, que juega con las palabras y los conceptos, improvisando aforismos.

LZN: Invictus, de Clint Eastwood

LZN: Invictus, de Clint Eastwood

LZN es La Zona Negativa. Bajo este epígrafe colgaré críticas cascarrabias de películas recientes. La crítica negativa me atrae. Creo que puede ser tan útil, o más, que la positiva. Cualquier película merece una crítica negativa. Yo voy a intentar cagarme en todas las películas que vea. Por puro ejercicio de estilo.

Tv-movie. Películita televisiva de sobremesa. Ustedes ya saben de qué les estoy hablando. De una de ésas que cuentan una historia basada en hechos reales. De superación personal. De madres que luchan por sus hijos. De enfermos que se curan. De maridos maltratadores. De llorar, pero no mucho. De suspense, pero lo justo. De sabérsela de memoria sin haberla visto antes. De repetición. Pues eso es lo que hace Clint Eastwood desde, no sé, 1998 ó 1999. Tv-movies. Cositas sin importancia que encandilan a críticos, cinéfagos y estudiantes de gramática audiovisual.

Invictus es eso: una tv-movie. Como lo eran Gran Torino, El intercambio y Million Dollar Baby. Yo fui a verla atraído por el carisma de Eastwood, que este año cumple los 80 y sigue posando en las fotos de las revistas para hombres con gesto de superman hermético que fulmina con la mirada. Incomprensiblemente, siempre que voy a ver una nueva película suya, pienso que será tan buena como Sin perdón o Los puentes de Madison. Me olvido de todo lo demás. Con Invictus volvió a pasarme lo mismo. Empecé con la sonrisa puesta, dejándome llevar por ese ritmo pausado que algunos colegas míos denominan clasicismo narrativo. A los 30 minutos, me puse serio, tratando de descifrar la intencionalidad oculta de tanta ñoñería sin sustancia. Fue pasando el tiempo, la vida, todo. Y acabé bufando de rabia, ahíto de motivación deportiva, con la misma sensación de vacío intelectual que le entra a uno después de leer un reportaje de viajes en El País Semanal.

Está claro que Eastwood pasa de complicarse la vida. Es un viejuno seductor que está de vuelta de todo y de todos. Filma como respira, sin pensar. Inmune, no al desaliento, sino al mal aliento. En Invictus sale Morgan Freeman imitando a Nelson Mandela a la perfección. Mandela debe ser un tipo con mucho carisma: educado, suave, diplomático, ocurrente. A su alrededor, las cosas fluyen. La película también es así: amable. No pasa nada malo. Ni un segundo de tensión. Matt Damon hace de gigantón que juega al rugby, y se le nota en la cara que no está a gusto tratando de aparentar ser el doble de grande de lo que en realidad es. Va por ahí como preocupado, hinchado, consciente de los límites del encuadre. El salón de su casa parece el decorado de una sitcom, con unos padres que actúan como si fueran troquelados con voz pregrabada.

Todo lo que les pasa a los personajes principales y secundarios de Invictus es o parece intranscendente. Son datos, detalles. Van, vienen, comen, duermen, hablan por teléfono, se estrechan la mano, toman decisiones, cambian de opinión, se ilusionan, leen poemas, entrenan, visitan la celda donde Mandela se pasó tropecientos años encerrado: todo con el piloto automático puesto. Un auténtico tsunami de lugares comunes trufados de tópicos. El tramo final incluye un resúmen de partidos de rugby. Evidentemente, los jugadores del equipo neozelandés salen bailando el haka. Momento que aprovecho para engorilarme y sacarle la lengua a Eastwood y a la Madre Que Lo Parió. ¡Las tv-movies, en casa, los domingos, con la mantita puesta y la tableta de chocolate!

El hombre lobo

El hombre lobo

Ayer, viernes 12 de febrero de 2010, publiqué este texto informativo sobre El hombre lobo en el suplemento Metrópoli del diario El Mundo.

Oficialmente, la primera película de hombres lobo que triunfó en taquilla fue El hombre lobo, de George Waggner, que se estrenó en 1941. Producida por Universal y protagonizada por Lon Chaney, Jr., asentó las bases dramáticas del personaje, convirtiéndolo en un icono del género comparable a Drácula o el monstruo de Frankenstein. Desde entonces, se han rodado centenares de historias licantrópicas, algunas tan desenfadadas como Un hombre-lobo americano en Londres, de John Landis, o De pelo en pecho, con Michael J. Fox. La que ahora llega a nuestras carteleras, también producida por Universal y también titulada El hombre lobo, se inspira directamente en el clásico de los años cuarenta. Es un remake en toda regla.

Basándose en el argumento original de Curt Siodmak, los guionistas Andrew Kevin Walker (Sleepy Hollow) y David Self (Camino a la perdición) nos proponen en esta nueva versión una trama de ambientación victoriana y tono gótico, con maldición familiar, asesinatos sangrientos y romances imposibles. Lawrence Talbot (Benicio del Toro, Che, el argentino), un actor de origen noble traumatizado por la extraña muerte de su madre, regresa al hogar familiar tras ser informado de que su hermano mayor ha desaparecido misteriosamente. Allí se reencuentra con su severo padre, Sir John Talbot (Anthony Hopkins, El silencio de los corderos), y con la bella novia de su hermano, Gwen Conliffe (Emily Blunt, El Diablo viste de Prada).

Talbot no tarda en percatarse de que algo grave sucede en la región donde se asentaron sus ancestros hace varios siglos. En las noches de luna llena, una bestia salvaje acecha en la espesura de los bosques y en las inmediaciones de los caminos transitados por los lugareños. Muchos de ellos han sido atacados y han muerto de una forma espantosa. El caso esta siendo investigado por el inspector Aberline (Hugo Weaving, El Señor de los Anillos), de Scotland Yard, quien está convencido de que todo es un montaje estrafalario para encubrir al verdadero culpable de los crímenes. No opina lo mismo Maleva (Geraldine Chaplin, Imago Mortis), la reina gitana.

Talbot trata de dar caza a la bestia, pero, por desgracia para él, acaba malherido e infectado del mal de la licantropía. A pesar de que su padre le instruye acerca de la maldición, el desgraciado protagonista del film las pasa canutas durante las noches de luna llena. Transformado en un lobo con forma de hombre (o viceversa), se siente incapaz de controlar sus instintos animales, poniendo en peligro a las personas que ama.

“El hombre lobo era uno de los pocos personajes clásicos de Universal que quedaban por actualizar —señala el coproductor Scott Stuber (responsable también de la saga de La Momia)—. Para todos los que hemos estado involucrados en el proyecto, suponía un reto enorme encontrar la fórmula perfecta para seducir a las nuevas generaciones. Y creo que lo hemos conseguido acentuando el carácter irracional e incontrolable del monstruo: todos llevamos dentro un hombre lobo que estalla de ira ante ciertos estímulos”.

La idea de producir una nueva versión de El hombre lobo surgió hace tres años. El primer realizador contratado por Universal para hacerse cargo de la misma fue Mark Romanek, un veterano director de videoclips que había trabajado con artistas del calibre de Michael Jackson, Madonna, David Bowie, R.E.M. y Red Hot Chili Peppers. Unos meses antes de iniciarse el rodaje, Romanek se apartó (o fue apartado) del proyecto y dejó vacía la silla de director, que acabó siendo ocupada por Joe Johnston.

Johnston, un texano de sesenta años, comenzó a trabajar en el mundo del cine a finales de los setenta, ejerciendo labores de técnico en efectos especiales. En su curriculum figuran títulos como La guerra de las galaxias y En busca del Arca perdida. En 1989, debutó como director con Cariño, he encogido a los niños, que fue seguida por Jumanji (1995) y Jurassic Park III (2001), entre otros éxitos de taquilla. Antes de rodar El hombre lobo, se ocupó de Océanos de fuego (2004), protagonizada por Viggo Mortensen.

“Para mí, ha supuesto un regalo enorme encargarme de El hombre lobo —afirma Johnston—. Se puede decir que es mi personaje terrorífico favorito. De niño, me fascinaban la viejas películas de terror de Universal. Ya sabes, Boris Karloff interpretando al monstruo de Frankenstein y a la Momia, Bela Lugosi encarnando al Conde Drácula... ¡Eran increibles! Pero había algo en el hombre lobo de Lon Chaney, Jr., que me tocaba la fibra sensible. Su tragedia me afectaba más que las otras”.

Con un presupuesto estimado de 85 millones de dólares, El hombre lobo se filmó en los meses de marzo, abril, mayo y junio de 2008, en diversas localizaciones del Reino Unido. El pueblo medieval de Castle Coombe, en Wiltshire, se convirtió en el ficticio Blackmoor, donde transcurre el grueso de la acción. La Chatsworth House, residencia de los duques de Devonshire, se transformó en la mansión de los Talbot. La banda sonora original, inspirada por la partitura del polaco Wojciech Kilar para Drácula de Bram Stoker, es obra de Danny Elfman. Del vestuario se encargó Milena Canonero (Oscar por María Antonieta).

Como es lógico, el apartado de los efectos especiales está especialmente cuidado en este remake. Para transformar a Benicio del Toro en un licántropo fue necesario combinar los talentos del legendario maquillador Rick Baker (que ganó su primer Oscar con Un hombre-lobo americano en Londres) y el supervisor de efectos especial visuales Steve Beggs (Batman Begins). “Hemos mezclado prótesis reales con imágenes generadas por ordenador —señala Johnston—. El resultado final es espectacular. Nunca se habían visto transformaciones como éstas en una gran pantalla”. Aplicarle el maquillaje de monstruo peludo a Del Toro suponía tres horas de trabajo (y una hora más para quitárselo).

No es tan fácil

No es tan fácil

Meryl Streep: un regalo. Bien dirigida y bien arropada, como sale aquí, es, simple y llanamente, eso: un premio a nuestra desprejuiciada cinefagia. Ésa que nos permite disfrutar, sin disimulos generacionales (o de género, subgénero y transgénero) con una comedia romántica como It's Complicated, previsible, olvidable y adorable desde el minuto uno. No, no es complicado. En absoluto. Y también se disfruta mucho con la sinvergonzonería de Alec Baldwin, sobre todo si no lleva ropa. O sea que, la película, y sus circunstancias, bien, casi tanto como Something's Gotta Give, la anterioranterior maravilla doméstica de la guionista y realizadora Nancy Meyers. ¡Qué casas, qué envidia!